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Gabo y el Nobel, una luz sobre América Latina

Liliana Martínez Polo / Redactora de EL TIEMPO /GDA| El Universal
16:33COLOMBIA | Jueves 17 de abril de 2014
En su discurso, hizo un llamado por los derechos humanos en Amrica Latina

Recuerdo. En su discurso, hizo un llamado por los derechos humanos en América Latina. (Foto: AP )

El 21 de octubre de 1982, Colombia se despertó con la noticia de que el hijo del telegrafista de Aracataca había sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura

El día en que Colombia amaneció con el Nobel, el mundo miró hacia América Latina y su realidad desmedida. Gabriel García Márquez, elegido por votación unánime de los 18 miembros de la Academia Sueca de las Letras, representaba a la novela latinoamericana y a la problemática que esta reflejaba.

Así lo entendió Gabo que, en el asedio de la prensa, antes que hablar de literatura, hacía llamados urgentes para evitar una guerra en Centroamérica y afirmaba que el premio importaba "en la medida que aumenta nuestra posibilidad de influir a favor de los derechos humanos en América Latina".

Gabo desarrolló ese llamado en el inolvidable discurso de aceptación del Nobel, La soledad de América Latina, leído el 8 de diciembre -dos días antes de la ceremonia- de ese año en Estocolmo. "Esperaban que hablara solo de flores, sin mirar las miserias", recordó Guillermo Angulo en su recuento de ese día.

Gabo sorprendió con un texto que comenzó con tono de realismo mágico y terminó por tocar las llagas de realidades dolorosas, que quizás en otros contextos sonarán a hipérboles. Señaló que esas "noticias fantasmales" que llegaban al resto del mundo desde nuestro continente -el exilio, las guerras, los excesos de dictadores dementes, las matanzas: cinco guerras, 17 golpes de estado, 20 millones de niños latinoamericanos que mueren antes de cumplir dos años- eran parte de su narrativa.

"Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no solo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras -leyó el Nobel-. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte".

Así, en una ocasión en que otros galardonados repasaban su experiencia en las letras, sus influencias literarias o sus pasos en el oficio de escribir, el Nobel hizo un llamado a Europa a mirar a América Latina a la luz de su propio pasado: "Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos solo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios".

Poco antes de leerlo en público, en la habitación del Grand Hotel de Estocolmo, García Márquez le había anticipado el texto a su amigo Alfonso Fuenmayor, quien admitió haber pasado de la risa a la preocupación al leer: "América no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y original se conviertan en una aspiración occidental".

Fuenmayor recordaría que había entendido así la posición política del Nobel 1982 y al oírlo, Gabo solo le había dicho: "Lo que acabas de leer no es ni más ni menos que Cien años de soledad".

El Nobel anunciado

Antes de Gabo, el Nobel de Literatura había sido otorgado a los latinoamericanos Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias. Posteriormente, lo recibiría el mexicano Octavio Paz y el peruano Mario Vargas Llosa.

Su elección en 1982, no fue sorpresiva. "El premio fue abrumador e inevitable -recuerda el poeta Juan Gustavo Cobo Borda-. Fue un Nobel anunciado. Después del galardón de Pablo Neruda (1971) hubo toda una campaña a favor de Gabo. Cumplía los requisitos: era un escritor popular, con calidad literaria, de izquierda, antiimperialista, con simpatías en todos los países y una copiosa estadística de traducciones de sus obras". Además, el éxito de Cien años de Soledad, en 1967, no había paralizado su producción literaria, porque el Nobel no premia autores de una obra, sino escritores de gran trayectoria.

"El Nobel de Gabo fue un reconocimiento indirecto al fenómeno literario de la novela lationamericana -agrega Cobo-, que tuvo su esplendor en las décadas de los 60 y 70, de la que fueron exponentes autores como Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, entre otros".

El día del Nobel

El Nobel de literatura siempre se anuncia un jueves. Y el 21 de octubre de 1982, Colombia recibió la noticia de que García Márquez acababa de obtener el galardón

La crónica de entonces dice que el primer colombiano en hablar con el nuevo Nobel de Literatura fue el entonces presidente Belisario Betancur. Y Gabo fue quien felicitó al mandatario: ‘Te felicito porque ya Colombia tiene un Premio Nobel...'. El diálogo también tuvo algo de novela: "Su patria lo espera", dijo Belisario. "Dentro de poco estaré en nuestra patria", respondió el escritor. Siguieron los discursos. No hubo ministro, artista o intelectual que no conviniera en que era un premio para todos los colombianos. Latinoamérica también se sintió ganadora. El calificativo de colombiano universal, puesto al hijo del telegrafista, nacido en Aracataca, resonó más que nunca en ese y los días que siguieron.

Otros candidatos al Nobel como Arturo Uslar Pietri y Jorge Luis Borges se declararon complacidos: es muy satisfactorio que se otorgue el premio a un latinoamericano dijo Uslar Pietri , García Márquez tiene una obra de primer orden, es uno de los novelistas más importantes del mundo. Por su parte, Borges, desde su casa en Buenos Aires, calificó el galardón como un notable acierto y un premio justo . Sus padres, Gabriel Eligio García y Luisa Márquez, fueron blanco del acoso periodístico. La madre aún se quejaba de los dolores de cabeza causados por la publicación de Crónica de una muerte anunciada. El padre advertía, vía medios de comunicación, que Gabo no escribiría la historia de la familia porque esa la escribiría él. "Puedo advertirle que yo, en cuanto a la época en que yo me levanté y que principié a escribir -decía el padre- escribía mejor que García Márquez porque entonces era la literatura romántica que tanto gustaba a las muchachas, sobre todo a las muchachas casaderas, con quienes yo tenía mucha amistad".

 

 

 

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