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El gobierno de Estados Unidos se debe cuestionar si tiene sentido gastar más de mil millones de dólares en la detención y deportación de menores a sus países, mientras que gastan solo 98 millones en ayuda para el desarrollo de El Salvador, Guatemala, Honduras y otros países que integran la iniciativa de Seguridad Regional de Centroamérica, señaló la Oficina para Latinoamerica en Washington (WOLA, por sus siglas en inglés).

A través de un comunicado, la WOLA destacó que entre los deportados hay mujeres con niños y adolescentes cuya percepción es que la política migratoria de Estados Unidos cambiará y podrán quedarse en ese país; sin embargo, la política del gobierno de Barack Obama se mantiene.

“La impresión de ver a todos estos niños, literalmente a los pies de nuestra puerta, debe impulsar a los políticos a hacer un examen de conciencia acerca del por qué los menores huyen, por qué los padres les permiten huir”, refirió WOLA tras indicar que más de 47 mil niños migrantes han llegado a Estados Unidos en el último año fiscal.

“Fueron casi 35 mil provenientes sólo de El Salvador, Guatemala y Honduras, lo que llevó al presidente Obama a designar a la Agencia Federal de Gestión de Emergencias de Estados Unidos (FEMA, por sus siglas en inglés) a gestionar la respuesta”, agregó.

Al respecto, detalló que el número de menores que están llegando a la frontera estadounidense es impresionante especialmente al compararla con la población centroamericana, por ejemplo, 9 mil 850 menores no acompañados de El Salvador fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza entre octubre de 2013 y mayo de 2014.

“En El Salvador hay 2.37 millones de niños, según los datos de la Unicef, lo que significa que aproximadamente uno de cada 240 niños de ese país ha tratado de cruzar a Estados Unidos y fue detenido por la Patrulla Fronteriza en los últimos ocho meses. Los porcentajes para Honduras son semejantes, y un poco más bajos, pero todavía impactantes, para Guatemala”, explicó.

Para WOLA, detrás de esta ola migratoria se destacan dos factores subyacentes: la amenaza de violencia en las comunidades de donde son originarios, y la falta de oportunidades, combinado con la idea de que con la reforma migratoria en Estados Unidos podrán quedarse en territorio estadounidense.

A ello, expone, se suma que las pandillas de Centroamérica reclutan especialmente a los jóvenes.