Graniza en el Cervantino; mientras la juventud danza
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Una sandalia estaba tirada en el piso, abandonada. Una playera volaba sobre decenas de húmedas cabelleras. Un joven exprimía su suéter. Un señor revisaba su cajetilla de cigarros con la esperanza de encontrar uno seco, fumable. Restos de una noche lluviosa. Goran Bregovic seguía ahí, en el escenario, con su Banda de Bodas y Funerales, y su música gitana. "¡A la carga!", gritó el músico serbio y el público rugió, una vez más.
La Alhóndiga de Granaditas, testigo de la noche más lluviosa que se haya vivido en los últimos años durante el Festival Internacional Cervantino. Granizo, rayos, agua por doquier, en las almas y en los calcetines. La juventud extasiada, danzando, pidiendo a brincos que el cielo se desahogara por completo, que cada nube se exprimiera hasta doler.
La música de Bregovic, según el propio cantante, es para alcoholizarse y para bailar. Alcohol no había, pero no hizo falta, la adrenalina corría por cada cuerpo, miles de brazos agitándose, eufóricos. Un multiorgasmo.
Cuando la tormenta se avecinaba, decenas salieron corriendo para protegerse; la mayoría se quedó a vivir una experiencia que prometía ser memorable. Los clásicos de Bregovic habían sido ya bailados, pero faltaba por conocer aún más los temas de su reciente disco Champagne for Gypsies.
Bregovic, llamado "El Padrino" de la música balcánica, preguntó una sola vez si estaban dispuestos a continuar ante la lluvia que no paraba, la respuesta fue un grito tan poderoso como los rayos que alumbraban de cuando en cuando la noche.
Nada detuvo al público ni al músico que cobró relevancia a finales de los años, cuando compuso la música de la película "Tiempos gitanos" de Emir Kusturica. Las luces del escenario se apagaron por un momento, las pantallas comenzaron a fallar, pero la música y el baile no descansaron hasta la última gota.
La sandalia quedó ahí, tirada, su dueño, quizá, bailó hasta el amanecer.
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