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Durante 95 años, Librería Porrúa Hermanos sólo utilizó un mostrador para sus ventas al público en la esquina de Argentina y Justo Sierra del Centro Histórico de la ciudad de México, pero a partir de este año, este inmueble se transformará en una de las mayores librerías del país: un espacio de tres niveles y una cafetería con vista al Templo Mayor y el Zócalo capitalino. Hoy, salvo por las ventas de mostrador, todo es polvo, concreto desnudo, obreros martilleando y duelas nuevas en los entrepisos de esta añeja construcción que data de 1521 y cuyo primer dueño fue el encomendador Luis de Castilla, como lo atestigua una placa ubicada en la pared del edificio. Por casi un siglo, la librería se dedicó a vender libros a través de su mostrador, que si en un principio sólo medía 10 metros, hoy llega a superar los 20, donde más de una docena de empleados espera a que lleguen los compradores que agotan las existencias de libros escolares, de derecho, códigos, leyes, literatura y de todo tipo y toda editorial. Un sistema cerrado y antiguo que impedía un contacto directo con el libro, pero que redituó tales beneficios al grado que hoy esta empresa es una de las mayores distribuidoras de libros en México y América Latina. Será en octubre o noviembre cuando Librería Porrúa Hermanos abra sus puertas al público con este nuevo concepto. Su sucursal de Argentina y Justo Sierra se convertirá en una librería de tres pisos, cada uno de ellos con una superficie estimada en 900 metros cuadrados, más una cafetería y una terraza cuya vista se extenderá del Templo Mayor hasta la Catedral Metropolitana y el Zócalo. Así lo informa Rodrigo Pérez Porrúa, director administrativo de Porrúa Hermanos, quien indica que todo el proceso de construir este nuevo espacio inició el año pasado como una nueva apuesta de Porrúa Hermanos que trata de hacer los libros mucho más accesibles al público. "Vamos a combinar la tradicional venta de libros en mostrador con áreas abiertas para que la gente pueda recorrer los libros a su gusto y descansar en las salas de lectura", añade el librero. La propuesta implica además que esta librería se convierta en una suerte de espacio cultural, donde se presenten libros y otras actividades relacionadas con éstos. En el espacio también se venderán discos compactos, juegos de computadora y películas, como es la tendencia en las librerías modernas. Las balas de la Revolución estaban muy cercanas, pero los hermanos Porrúa decidieron que, pese a todos los peligros, ese era el espacio adecuado para su librería. Acertaron. El ombligo de la ciudad de México, atraía, desde los tiempos prehispánicos, a miles de compradores y paseantes que pronto supieron dónde adquirir los libros que necesitaban. Desde 1904 empezaron a publicar boletines bibliográficos y más tarde un catálogo en el que dieron a conocer antiguas obras mexicanas, valiosos hallazgos bibliográficos que les permitieron adquirir fama y presencia. Con el éxito del negocio, pronto fueron adquiriendo las casas vecinas, pero nunca hasta ahora, cuenta Pérez Porrúa, se había hecho una transformación tan a fondo del inmueble. "Se podría decir que lo tiramos y lo reconstruimos en su totalidad", explica. Sergio Jiménez, ingeniero y gerente de mantenimiento de Porrúa Hermanos, explica que la intervención en el edificio se dio en todos sus niveles, pero sin alterar fachadas y muros interiores, porque el inmueble está catalogado como patrimonio histórico. "Reconstruimos y consolidamos los muros, así como colocamos vigas y duelas para los entrepisos. Se sellaron grietas y se repararon aplanados", explica Jiménez, quien añade que para ello se pidió la autorización del INAH, INBA y gobierno del DF. "El INAH mandó una cuadrilla especial para estar presente en los trabajos, pero no descubrieron gran cosa y todo se tapó", añade. El proyecto, informa el encargado de vigilar todo este proceso, implica una serie de corredores que comunicarán los diferentes espacios donde se exhibirán tanto textos escolares como libros de literatura y de interés general de todas las editoriales mexicanas y españolas. En el primer piso se seguirán vendiendo los libros por el sistema de mostrador, pero tanto en el segundo como en el tercer piso se ubicará la librería. "Cada piso tendrá una función especial. De esta manera, por ejemplo, el primer piso estará destinado a preparatoria y literatura en general", refiere Jiménez. Acerca del volumen que manejarán en este espacio, Pérez Porrúa dice que aún no se tiene la cifra exacta, pero aclara que la Librería Porrúa Hermanos como tal maneja alrededor de 400 mil títulos.
Nacida en medio de la Revolución
Cuando los hermanos Porrúa Estrada (José, Indalecio y Francisco) decidieron instalarse en la esquina de la entonces calle del Relox y Donceles (hoy Argentina y Justo Sierra), lo hicieron en uno de los años más agitados de la historia mexicana: 1910.
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