Marcha por Ayotzinapa termina en vandalismo
Video. La Policía Federal informó que detecto a un grupo de vándalos que aprovecharon las protestas civiles de este miércoles para realizar daños y saqueos en locales comerciales de la Plaza Tamarindos
DAÑOS. Manifestantes incendiaron y saquearon el Palacio Municipal de Iguala; además causaron daños a instalaciones del Poder Judicial de Guerrero y asaltaron la Plaza Tamarindos, propiedad del ex alcalde José Luis Abarca y su esposa. (Foto: JORGE SERRATOS / EL UNIVERSAL )
marco.muedano@eluniversal.com.mx
IGUALA, Gro.— En el llamado Día de Acción Global por Ayotzinapa, la violencia se desbordó en esta ciudad, cuyo ex alcalde José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda son acusados por autoridades federales de ligas con el crimen organizado y de la desaparición forzada de 43 normalistas.
Lo que empezó tranquilamente por la mañana derivó en la tarde en el incendio del Palacio Municipal de Iguala y su saqueo por un grupo de encapuchados, daños a instalaciones del Poder Judicial de Guerrero, así como en el asalto a Plaza Tamarindos, propiedad de la pareja que hoy está prófuga.
Con los rostros cubiertos, más de 30 supuestos estudiantes de la escuela Normal de Ayotzinapa y maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), causaron destrozos e incendiaron el inmueble municipal. El temor en los habitantes de Iguala llevó al cierre de algunos comercios, e incluso del centro comercial Plaza Tamarindos, que fue saqueado por la tarde por encapuchados. La Policía Federal dijo haber detenido a 10 personas por “hurtar y realizar actos vandálicos”, ninguno de ellos estudiante.
Los daños y el incendio al palacio del ayuntamiento dejaron las instalaciones inoperables. Sólo dos oficinas no fueron quemadas, pero fueron destrozadas y saqueadas en su totalidad.
Los hechos iniciaron la marcha convocada por la Asamblea Nacional Popular, creada a partir de los dos ataques del pasado 26 de septiembre en los que seis personas perdieron la vida y en el que desaparecieron los estudiantes. El contingente citó a las 10:00 de la mañana en la Central de Abastos que se ubica en la carretera Iguala-Taxco.
Poco a poco se fue nutriendo el grupo con el arribo de estudiantes, padres de familia, niños, jóvenes y maestros de Iguala a la espera de los familiares de los alumnos desaparecidos, los estudiantes de Ayotzinapa y los integrantes de la CETEG, quienes llegaron a las 11:00 horas en 20 autobuses.
Los más de 5 mil asistentes alistaron la salida encabezados por supuestos alumnos de la normal e integrantes de la CETEG, quienes tenían el rostro cubierto y portaban palos.
Detrás de ellos caminaron padres, hermanos y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos. El tercer bloque lo integraba la Policía Comunitaria de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG). Después de ellos marcharon habitantes de Iguala y organizaciones civiles.
Con la consigna “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, el grupo inició el paso a las 11:30 sobre la carretera Iguala-Taxco.
El contingente marchó en paz sin ningún incidente o altercado. La calma fue interrumpida a la altura de la Preparatoria 10, cuando la vanguardia de la marcha identificó a una persona que tomaba fotos.
Al revisar sus pertenencias, los normalistas e integrantes de la CETEG encontraron una identificación a nombre de Agustín Dorantes Pineda, suboficial de la División de Fuerzas Federales de la Policía Federal, quien fue obligado a marchar descalzo junto con el contingente que iba al frente. Su calzado le fue colocado en el cuello.
Cerca de las 13:00 horas, al llegar al cruce con la calle Hidalgo, a una cuadra del Palacio Municipal, la vanguardia se separó de la marcha y comenzó a romper los vidrios de la fachada. Con piedras y palos destrozaron los vidrios de los costados y la parte trasera del ayuntamiento. Pararon por unos instantes, pero de inmediato el grupo de encapuchados arremetió contra una de las puertas de acceso, hasta ceder la chapa e ingresar. Al hacerlo continuaron rompiendo los vidrios y dañando las instalaciones con los palos que portaban al iniciar la movilización.
Al exterior del ayuntamiento continuaron los daños por personas que tenían el rostro cubierto. Algunas de ellas hicieron pintas en contra del ex alcalde y del gobernador Ángel Aguirre.
Un anuncio espectacular con la imagen de María de los Ángeles, esposa de Abarca, comenzó a ser incendiado al exterior del palacio. Al mismo tiempo, el grupo de personas con el rostro cubierto comenzó a quemar el interior del inmueble y arrojar bombas molotov desde el exterior.
La marcha que acompañaba a este grupo no hizo nada para impedir los daños, sólo observó cómo se desarrollaba el ataque.
Después de causar los destrozos, los encapuchados comenzaron a salir de las instalaciones y otro grupo se dedicó a saquear. Ingresaron al inmueble para llevarse ventiladores, uniformes de policía, chalecos antibala, computadoras, pantallas, impresoras, equipo de oficina y documentos oficiales, como son licencias de manejo, placas de automóvil o credenciales de elector.
El caos se prolongó más de tres horas. En ningún momento hubo presencia los cuerpos de seguridad federales. Sólo un camión de bomberos y personal de Protección Civil trató de ingresar a la zona para apagar el fuego, pero los habitantes se lo impidieron. Incluso, un elemento de Protección Civil fue agredido, por lo que huyó de inmediato.
Fue después de las cinco de la tarde cuando personal de Bomberos ingresó al lugar y comenzó a apagar el fuego.
Detrás de ellos llegaron elementos de la Fiscalía General de Guerrero para acordonar la zona y evitar el paso.
En Plaza Tamarindos, 50 personas ingresaron al lugar para saquear una tienda de electrodomésticos, de ropa, zapatos, accesorios de celular y de alhajas. Las personas con el rostro cubierto entraron a la plaza cerca de las 15:30 horas. Por más de 10 minutos tomaron distintos objetos hasta que comenzó a llegar la PF. Por ellos, 10 personas fueron detenidas acusadas de robo.
Apenas el 13 de octubre pasado estudiantes y maestros quemaron el Palacio de Gobierno de Chilpancingo. Ayer, la furia regresó.