En duda, logros de la Iniciativa Mérida
WASHINGTON .- Aún antes de iniciarse el diálogo trilateral durante la cumbre del TLCAN en la ciudad de Toluca, el ex Secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, se permitió ayer deslizar una sugerencia al presidente de México, Enrique Peña Nieto.
"Creo que el presidente Enrique Peña Nieto debería abordar la descriminalización de la mariguana en su encuentro con el presidente Barack Obama", consideró Gutiérrez, al reconocer que el futuro de la lucha antinarcóticos en general y la descriminalización de la mariguana en particular, será "uno de los elefantes en el salón" del encuentro en Toluca.
"Durante mucho tiempo hemos criticado (desde Estados Unidos) la descriminalización de la mariguana. Pero, tras la legalización de la mariguana con fines recreacionales en Colorado o Washington y tras el paso dado por países como Uruguay, es tiempo de que se discuta de nueva cuenta sobre el tema", consideró Gutiérrez al señalar que el encuentro de Toluca podría ser una oportunidad para abordar un tema que no figura en la agenda.
"Creo que el gobierno de México está preocupado y ansioso por entender la posición del gobierno de Estados Unidos", dijo Carlos Gutiérrez al señalar que las recientes declaraciones del propio presidente Obama, quien ha considerado que el alcohol es más dañino que la mariguana, deberían dar pie al gobierno de México a preguntar si acaso la política antinarcóticos de Estados Unidos ha cambiado en este sentido.
"Si este tema es abordado (en la cumbre de Toluca), habrá sido un gran encuentro", consideró Gutiérrez, un viejo conocedor de México y uno de los republicanos que han defendido con mayor enjundia la necesidad de una reforma migratoria.
Al participar ayer en un diálogo con académicos y periodistas en el Centro Woodrow Wilson, el ex funcionario de la administración Bush manifestó también su esperanza de que, durante la cumbre trilateral, se aborde la seguridad fronteriza entre México y Estados Unidos, "pero con el fin de evitar que más drogas vayan hacia el norte y menos armas crucen hacia el sur".
Además, Gutiérrez no desaprovechó la oportunidad para criticar los logros y alcances del Plan Mérida que se presentó durante el sexenio de Felipe Calderón, como el "cambio de paradigma" en la colaboración entre ambos países:
"No creo que el Plan Mérida haya logrado mucho. Los dólares (aportados por Estados Unidos) han sido más bien pocos y su envío (hacia México) demasiado lento. Francamente no hemos hecho mucho progreso", señaló.
En su intervención, este vehemente defensor de los acuerdos de libre comercio pidió además a los gobiernos de los tres país abandonar la actitud defensiva y pasar a la ofensiva del Tratado de Libre Comercio (TLCAN) para proyectarlo hacia otras regiones como Asia.
Carlos Gutiérrez hizo además votos porque los líderes de los tres países vayan más allá de compromisos vagos o enormes listas de objetivos que naufragan con el tiempo:
"Los presidentes de México y Estados Unidos y el Primer Ministro de Canadá deberían dar muestras de una voluntad política en Toluca par ir más allá de una foto y abordar y producir acuerdos concretos y no una simple lista de propuestas a cumplir para no desaprovechar las oportunidades que hoy tenemos ante nosotros de ir más allá del TLCAN", consideró Gutiérrez.
En este sentido, propuso pasar revista a temas que han evolucionado desde la firma del TLCAN hace 20 años. Como por ejemplo, la reforma energética que el gobierno de México ha impulsado y que aún se encuentra en fase de nebulosa implementación -las denominadas leyes secundarias-, el futuro de los flujos migratorios de México hacia Estados Unidos y Canadá, y el espinoso asunto del libre tránsito de los camiones mexicanos en la Unión Americana que sigue entrampado desde el 2009 por presiones de los sindicatos estadounidenses.
Más allá del arrojo y la voluntad política que puedan demostrar en Toluca los líderes de los tres países, Carlos Gutiérrez reconoció que el "factor politico" será un obstáculo para el presidente Obama durante ese encuentro.
Cuando solo faltan nueve meses para unas elecciones legislativas de medio término en Estados Unidos, las dificultades políticas que enfrenta el presidente van más allá de la cumbre trilateral en Toluca.
El hecho de que los republicanos se hayan cerrado en banda a toda negociación de la reforma migratoria y la decisión de los demócratas de no acelerar el paso de las negociaciones del acuerdo con la Alianza Transpacífica (TPP) desde el Senado -hasta que países como Japón, por ejemplo, acepten una mayor cuota a las exportaciones de coches Made In USA-, han convertido a Obama en un rehén del calendario electoral en casa y en un interlocutor que prometerá mucho, pero sin una fecha o plazo concreto para materializar sus compromisos en Toluca.
Al mismo tiempo, aunque se espera que durante la cumbre el presidente Obama dará un espaldarazo a las reformas del presidente Enrique Peña Nieto -particularmente la reforma energética-, la ausencia de leyes secundarias obligará a extremar la cautela y la prudencia en el lenguaje.
Aunado a ello, las presiones que enfrenta el propio presidente Obama desde la base demócrata -en particular desde los grupos ambientalistas y el electorado joven-, para no autorizar el polemico proyecto del gasoducto conocido como Keystone XL que transportaría petróleo desde Canadá hasta las refinerías de Texas, limitan mucho su margen de maniobra para avanzar en la agenda de la independencia energética.