Caso Colosio. La "evaporación" de los colosistas
1991. Luis Raúl Domínguez "El Tato", José Luis Soberanes, Diana Laura Riojas y el niño Luis Donaldo Colosio Riojas, Ernesto Zedillo, Nilda Patricia Velasco y Luis Donaldo Colosio, en el cumpleaños de la esposa del sonorense. (Foto: ESPECIAL )
juan.arvizu@eluniversal.com.mx
Como un árbol, cuya edad registra anillos en su tronco, Luis Donaldo Colosio formó círculos de amigos, colaboradores, asesores y contactos desde su infancia, trayectoria estudiantil, y los amplió en su vida pública de 15 años.
Los colosistas son integrantes de una generación que entre los años 80 y 90 ocupan puestos en la administración pública, en colaboración directa con el sonorense, pero al morir asesinado, en 1994, quedan sin guía e impulsor, un factor indispensable en el sistema político mexicano.
Por ello, tienen escasas oportunidades en el sexenio de Ernesto Zedillo y, luego, al perder el PRI la Presidencia, en 2000, como la gran mayoría de los priístas, se dispersaron en la academia, cargos en gobiernos estatales, en el Poder Legislativo y asesorías.
Después de 12 años de panismo, el retorno del priísmo al poder federal ha reubicado a colosistas en posiciones diversas, incluso en misiones diplomáticas.
Son colosistas dos secretarios particulares de presidentes de la República: Liébano Sáenz, con Ernesto Zedillo (PRI), y Alfonso Durazo, con Vicente Fox (PAN).
Liébano Sáenz es presidente del gabinete de Comunicación Estratégica, casa de encuestas; Alfonso Durazo es diputado federal por Movimiento Ciudadano, identificado con el líder de izquierda Andrés Manuel López Obrador.
Senadores y diputados federales que pertenecen a los círculos colosistas han pasado por las siete Legislaturas del Congreso de la Unión, desde 1994 hasta la fecha. Entre otros: Marco Antonio Bernal y Javier Treviño, en San Lázaro, y Cristina Díaz, en el Senado.
En 1997, José Luis Soberanes, Guillermo Hopkins y Melchor de los Santos fueron actores relevantes en el Poder Legislativo. Ellos formaron el Grupo Galileo —corriente renovadora del priísmo—, que sirvió como un contrapeso a la oposición que sumaba mayoría en San Lázaro, por primera vez.
Manuel Jiménez Guzmán, quien hizo mancuerna con Colosio en el impulso de una estrategia de conquista del voto en la capital, dirigió el diseño y fundación de la Asamblea Legislativa del DF como coordinador priísta.
Carlos Rojas Gutiérrez, el servidor público que construyó el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), fue compañero de Colosio en la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) desde 1981, fue subsecretario en Sedesol y, al postularse Colosio candidato presidencial, ocupó la titularidad. Fue senador, delegado priísta en diversos estados, y hasta los primeros días de marzo ocupó la dirección del Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas de Solidaridad (Fonaes).
Forma parte del círculo más antiguo de colosistas Guillermo Hopkins, quien lo acompaña en toda su trayectoria y en el duelo forma parte del grupo que carga el ataúd del candidato. Con diversos cargos en el ámbito hacendario de Sonora, dirige la Casa de Moneda.
José Luis Soberanes Reyes, quien acompañó a Colosio en todos los cargos públicos y ocupó la Secretaría de Organización del PRI, posteriormente fue senador y cónsul en Sacramento. En los primeros días de marzo asumió la presidencia del Consejo Consultivo del Sistema Estatal para el Desarrollo Social de Puebla.
Óscar Navarro, miembro del más antiguo círculo colosista de la campaña presidencial de Miguel de la Madrid, fue secretario particular del sonorense en Sedesol, y ahora coordina la junta de asesores del gobernador de Hidalgo.
Víctor Samuel Palma es de los más antiguos colosistas. Subsecretario de Estrategia en la campaña presidencial, permaneció en los cuadros de su partido y en la actualidad es secretario general de la Junta de Gobierno del ISSSTE.
Pensadores de la talla de Cesáreo Morales, del posgrado de la Facultad de Filosofía de la UNAM, y Luis F. Aguilar, investigador nacional emérito, se cuentan entre los asesores que acompañaron a Colosio en su trayectoria política.
María Esther Sherman, legisladora de larga trayectoria, fue amiga de Colosio y ahora es directora general de la Lotería Nacional.
El embajador de México ante el Vaticano, Mariano Palacios Alcocer, fue integrante del equipo del sonorense en la naciente Sedesol, como procurador del Medio Ambiente, y luego dirigió a su partido en dos periodos. Fue su contacto con la jerarquía católica.
Roberta Lajous, embajadora en Madrid, fue parte del equipo colosista; con ella colabora actualmente Ramiro Pineda, jefe de Prensa en la campaña presidencial y parte del primer círculo de Colosio.
Mario Luis Fuentes, coordinador de Participación Social de la campaña colosista, dirigió el DIF y el IMSS, y es miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM.
Santiago Oñate, quien se encargó de la cartera de Asuntos Internacionales del PRI y luego fue secretario de Trabajo, presidente del partido y embajador en Gran Bretaña, actualmente es titular de la oficina de Enlace de México en Estrasburgo.
Ricardo Canavati fue diputado con Colosio, subsecretario en la Sedesol, y tras la muerte del candidato respaldó a sus deudos. Actualmente está retirado.
Alfredo Philips Olmedo, subsecretario de Vivienda en el equipo de Colosio, fue embajador en Japón y Canadá; Adrián Gallardo Landeros fue asesor económico del sonorense en la diputación, senaduría y en la presidencia del PRI. Hoy es presidente de la Fundación Colosio.
Angélica Luna Parra, colaboradora cercana en el diseño y realización del proyecto de la Secretaría de Desarrollo Social, en la actualidad es directora del Instituto Nacional de Desarrollo Social.
María de las Heras, Melchor de los Santos y Jesús Salazar Toledano, quienes tuvieron cercanía con el sonorense en la elaboración de encuestas, análisis político y como operadores de situaciones, han fallecido.