Caso Colosio. El jefe meticuloso
juan.arvizu@eluniversal.com.mx
A Luis Donaldo Colosio lo pintan como un jefe disciplinado en las rutas del servicio público y del juego del poder.
Fue un jugador, en ambos campos, que aprendió a trazar estrategias y a rodearse de amigos y colaboradores para alcanzar el éxito, que encajaban como piezas en una maquinaria compleja.
Guillermo Hopkins, originario, como Colosio, de Magdalena de Kino, Sonora, señala que el liderazgo de quien ganara el juego de la sucesión presidencial en 1994, despuntaba como estudiante de preparatoria en su localidad del desierto.
Es 1967. Hay huelga estudiantil en la Universidad de Sonora. El campeón de oratoria se echa para adelante y sorprende como líder local. La familia prende las alarmas. Don Luis Colosio Fernández respira tranquilo el día en que su hijo queda inscrito en la carrera de Economía en el Tec de Monterrey. Lejos, muy lejos.
Hopkins recuerda al jefe y al amigo, a 20 años del asesinato en Lomas Taurinas. Este sonorense es uno de los colaboradores que acompañó a Colosio en las jornadas de trabajo desde 1982 y hasta el final.
“Luis Donaldo Colosio, como conductor de su equipo, es estricto, ordenado, analítico, objetivo, informado”, comenta.
—Frente a los juegos del poder, que corona con destape, ¿cómo se desenvolvía? —se le pregunta.
—Era muy disciplinado, estricto, meticuloso.
—¿Coordinaba un equipo multidisciplinario de colaboradores?
—Contó con un equipo diverso de ingenieros, politólogos, economistas, abogados, arquitectos, internacionalistas. Empieza a reclutar colaboradores desde 1982, en la campaña de Miguel de la Madrid.
—¿Cómo filtraba a los integrantes de su equipo?
—No le gustaba la simulación y la corrupción.
Como muestra de que Colosio era un político disciplinado, Hopkins refiere que unos días después del destape, registrado el 28 de noviembre de 1993, ya tenía a la vista un proyecto de “Estrategia de campaña”, con el objetivo de ganar en forma contundente y con credibilidad.
Otro ejemplo de su disciplina fue el silencio que siguió a la pregunta de qué opinaba de la actitud de Manuel Camacho, quien se mantenía como opción de relevo. El resultado positivo llegó después, cuando el 22 de marzo de 1994 Camacho informó que no aspiraba a ser candidato presidencial. Colosio ganó así el juego del poder sexenal.