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ACAPULCO, Gro.— Fueron apenas unos 10 metros los que quedaron entre su casa y el lodo que dejó el alud en La Pintada. “Mi esposa Irma y yo nos salvamos gracias a Dios, pero 30 de mis familiares no tuvieron la misma suerte”, contó Vicente Romero, productor cafetalero de ese lugar.

A paso lento y desorientado, el hombre de 66 años sujetaba del brazo a su esposa mientras contaba con tristeza su historia.

“Ayer llevamos a campo santo a enterrar a mi sobrinita Yazmín, a su hermano Félix y a sus hijitas, Yazmín y Lizbeth, eran unos chamaquitos”, recordó Romero Nava.

“Yo acababa de pasar por su casa y les dije que hicieran pan, porque como estaba llueve y llueve no había qué comer y se murieron así, haciendo pan, quedaron sepultados en el lodo que llegaba a unos 10 metros de alto.

“Así pasó con toda mi familia: mis primas, sus esposos, sus hijos, también Chaguina Moreno, Miguel Maloso Moreno, Chelo, su mujer con sus tres hijitas, Leonardo Alarcón. Toda su familia y mi familia, muchas familias”, dijo.

Con el comisario municipal Bartolo Rodríguez, Vicente Romero dijo que estimaron unas 86 personas muertas, que hasta el medio día de ayer que fue rescatado no habían sacado a muchos que quedaron sepultados en el lodo.

Un suceso “terrible”

“Antes de que saliera vi que los soldados habían sacado a cuatro, pero ya no supe más”, explicó Vicente, quien hizo una pausa, suspiró y continuó: “Fue algo terrible. En mis 66 años de vida nunca había visto algo así, fue como una explosión y la tierra se comenzó a llevar casas, familias enteras, amigos, familiares, conocidos.

“Ahorita todo es un desastre, La Pintada casi desapareció y era un lugar precioso, tan bonito que siempre yo invitaba a gente ahí y les presumía el lugar, pero ahora todo es un desastre, es terrible”, narró con tristeza.

Vicente no se quería salir de La Pintada, dice que le preocupa mucho sus bienes y lamenta que haya perdido su cosecha de café.

“Perdí mi patrimonio y ahora no sé qué voy a hacer, tengo a mis ocho hijas en Chilpancingo viviendo, siete están estudiando y la más grande ya es licenciada en Derecho, y ahora con qué voy a pagar sus estudios”, lamentó.

Contó que él es originario de la comunidad de Llestla, pero que decidió irse a vivir a La Pintada por el amor que tiene al café, pues este lugar —que dijo quedó casi desaparecido— era un sitio muy bueno para producir. Pero ahora lo que iba a cosechar en enero desapareció, se fue con el lodo como todo su patrimonio y sus familiares.