Damnificados por lluvias, en abandono
DESPERFECTOS. La maestra Hilda Morales mostró a EL UNIVERSAL los desperfectos causados por el huracán Manuel en su casa de la colonia Rosario Ibarra en septiembre pasado y que hasta la fecha no han sido reparados. (Foto: FOTOS: RAMÓN ROMEREO )
alberto.morales@eluniversal.com.mx
CHILPANCINGO, Gro.— A casi tres meses de las torrenciales lluvias que cayeron en esta capital, el miedo y la incertidumbre pesa sobre decenas de familias que perdieron su patrimonio.
Los estragos del ciclón Manuel provocaron fracturas en sus casas, grietas en los cerros y el desbordamiento del cauce del río Huacapa —que atraviesa la ciudad— cuya fuerza se llevó los cimientos y casas construidas en sus márgenes.
En esta situación se encuentran unas 400 personas, de acuerdo con cifras de Protección Civil Municipal, que siguen viviendo en el albergue de la Unidad Deportiva CREA, el único en funcionamiento, en espera de que sean reubicados.
En esa misma incertidumbre se encuentran la familia de Hilda Morales, de la colonia Rosario Ibarra, cuyas casas tienen fracturas en pisos y muros, y hasta la fecha carecen de los estudios de suelo para saber sí sus hogares son seguros para vivir.
La administración del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, comprometió, el 21 de noviembre pasado, 60 millones de pesos para adquirir un predio donde serán reubicadas más de mil familias de Chilpancingo, pero hasta el momento se desconoce su ubicación y el número de personas que serán beneficiadas.
Pero la señora Morales afirma que “a tres meses de la tragedia no hemos tenido ni una noticia o un apoyo, ahorita voy al ayuntamiento para ver qué información me dan”.
Alfredo Cuenca, director general de Protección Civil de Chilpancingo, comenta que aunque ya no hay zonas de riesgo latentes, siguen monitoreando seis colonias que resultaron afectadas: Vicente Guerrero, Río Azul, Emperador Cuauhtémoc, Villas Magisteriales, Rosario Ibarra y Villas del Parador.
Casas con fracturas
En estas dos últimas se pudo constatar casas con muros fracturados, cimientos reventados, estructuras que —de acuerdo a sus moradores— son un riesgo para ellos y sus familias, por lo que no regresarán a habitarlas hasta que se den a conocer los estudios de suelo y geológicos que les demuestren que es seguro su regreso.
En Villas del Parador, EL UNIVERSAL documentó un caso de negligencia debido a que las lluvias del pasado 14, 15 y 16 de septiembre literalmente “ahogaron” el patrimonio de quienes compraron al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) viviendas más caras del precio comercial y de mala calidad en una zona de riesgo.
En septiembre pasado, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) emitió varias recomendaciones en las cuales señalaba que las zonas más críticas de Villas del Parador estaban en el tren de viviendas más alto del fraccionamiento por acumulación de agua y desprendimientos de bloques de esa parte.
Este diario buscó al secretario general de la sección 14, Hilario Ruiz Estrada, para conocer su opinión y las labores que el SNTE realiza para reparar el daño en las viviendas y apoyos para los afectados, pero éste dijo que se encontraba ocupado “en una actividad”.
Siguen con los estudios
Alfredo Cuenca dice que la semana pasada llegó una geóloga de España, contratada por el gobierno del estado, que trabaja con personal del Cenapred para dar seguimiento al tema y que el 11 de octubre solicitaron al organismo de Gobernación los estudios para determinar que zonas son habitables y cuáles no.
“Nosotros estamos a la espera de los resultados del Cenapred para ver si son lugares habitables y de ser así, que nos digan cuáles son las medidas de prevención que hay que tomar para las familias que ahí viven y si no, pues tendríamos que reubicarlos”.
El geólogo de la unidad académica de Ciencias de la Tierra de la Universidad Autónoma de Guerrero, Israel Castrejón, equiparó a una “pulmonía” el daño por las fracturas al suelo en la colonia Rosario Ibarra.
Pero en Villas del Parador —donde se construyeron casas para el SNTE—, dicen: “Es un simple ‘resfriado’ que se puede remediar haciendo el mantenimiento necesario.
“A diferencia de La Pintada, el suelo de esta zona tiene otras características y tres meses después podemos decir que no hay riesgo; sin embargo, esta zona debe ser monitoreada de manera permanente”.
Castrejón lamenta que cuando inició la contingencia él tenía un equipo de 30 colaboradores y 90 días después está prácticamente solo, a pie, sin recursos económicos ni respaldo de las autoridades para dar continuidad a su trabajo.