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Agresiones a mujeres ahora son letales

Liliana Alcántara| El Universal
Lunes 25 de noviembre de 2013
Agresiones a mujeres ahora son letales

ALARMA. Aunque el problema del maltrato contra el género femenino ya no es privativo de los hogares, la comisión del delito va en aumento . (Foto: ESPECIAL )

En México mueren seis diariamente por su condición de género, alerta Inmujeres

 liliana.alcantara@eluniversal.com.mx 

La descomposición social es más evidente en las relaciones de pareja, y su consecuencia más trágica es la violencia contra las mujeres, aseguran expertos de instituciones y organizaciones civiles. Lo que hace un año era un pronóstico del gobierno federal, ahora es una realidad: en 2013, en diversos estados de la República han ocurrido episodios más crueles de violencia contra mujeres.

Los agresores han pasado de los golpes disfrazados de accidentes e insultos y las amenazas más sutiles, al uso de las armas para ejercer control sobre su pareja, sean novias o esposas. Muchos casos se quedan en la amenaza de muerte, otros culminan en homicidio.

Especialistas que atienden a mujeres víctimas de violencia aseguran que en este año han documentado más casos de violencia letal, que antes eran poco frecuentes.

Pablo Navarrete, coordinador de Asuntos Jurídicos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), considera que la descomposición social sí ha repercutido en la violencia contra las mujeres, pues al día mueren seis mujeres por su condición de género “y esto es muy vergonzoso y lamentable”.

“El tejido social se ha debilitado y en este año han llegado con nosotras mujeres jóvenes que han vivido situaciones de violencia en el noviazgo con una frialdad impresionante. La violencia es cada vez más extrema, hay más armas y drogas involucradas”, advierte Tania Robledo, directora de la Fundación para la Equidad (Apis).

En 2012 la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, de la Secretaría de Gobernación, analizó el fenómeno y detectó en el país un aumento en el homicidio de mujeres con armas de fuego y punzocortantes, así como por estrangulación y ahogamiento, alertó: “Al parecer, estamos frente a indicios —que una investigación posterior deberá rastrear con mayor detenimiento— que apuntan a un incremento de las causas de homicidio de mujeres más crueles y dolorosas, en detrimento de las pasivas o accidentales”.

Los argumentos se basan en estadística. La misma fuente refiere que la tasa de mortandad de mujeres por ataques con armas de fuego creció de 7.8 en 2001 a 23.8 en 2010; las ocasionadas por golpes y violación aumentaron de 8.2 en 2001 a 18.7 en 2010, y en el mismo periodo las originadas por ahorcamiento, estrangulación, ahogamiento o ataque con instrumento punzante tuvieron la misma tendencia al pasar de 8 a 12.5.

La edad de la mayor parte de las víctimas es de entre los 20 y 39 años de edad, reportó la comisión en su Estudio nacional sobre fuentes, orígenes y factores que producen y reproducen la violencia contra las mujeres.

Los estados donde hay una mayor incidencia de violencia extrema contra la población femenina son: Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Sinaloa, Durango, Sonora, y el Distrito Federal; en el último año se sumaron Morelos y Guanajuato.

También ahora es más frecuente que los casos de violencia en pareja lleguen a los hospitales. Esta situación fue notable en las estadísticas de la Secretaría de Salud desde 2006, cuando reportó que las mujeres víctimas de violencia doméstica atendidas en los servicios básicos y especializados del sistema de salud aumentaron de 3 mil 249 en el 2002 a 36 mil 457 en el 2006, según el Programa sobre Prevención y Atención a la Violencia Familiar.

Marcela Eternod, secretaria ejecutiva del Inmujeres, dice que en la última encuesta hecha en el 2011 se detectó que sólo 9.2% de las mujeres que habían vivido algún episodio de violencia acudieron a alguna institución de salud o de justicia, para recibir atención.

Considera que este problema ha salido de la privacidad de los hogares para convertirse en un asunto público. Pero ahora que es más visible, hombres y mujeres “deben saber que la violencia no tiene justificación y que es un delito”, de tal manera, añade, que en México hay 7 millones 900 mil hombres delincuentes que han agredido a mujeres “y esto es impresionante”.

Agresores con armas y drogas

Organizaciones sociales que se dedican a la atención de mujeres víctimas de violencia en familia han reportado a lo largo de 2013 varios casos en los que hay un arma de por medio.

El Centro de Derechos Humanos Victoria Diez reportó que Guanajuato ocupa este año el primer lugar en feminicidios al sumar 63; en el Estado de México han ocurrido 56 y en Chihuahua 38.

En otros casos, la violencia extrema que no culmina con la pérdida de la vida de las mujeres también es evidente. Norazo Cuevas, de 39 años, fue detenido el 10 de junio pasado en la colonia Emiliano Zapata, en León, Guanajuato, y quedó a disposición del Ministerio Público, luego de que un vecino pidió el auxilio de los uniformados al escuchar los gritos de una mujer. Cuando la policía llegó, encontraron al hombre con un arma de fuego con la que amenazó a su esposa.

El 29 de octubre de este año, en esa misma entidad, Valeria, una menor de 14 años, fue atacada por su novio, Juan Pablo, de 17 años de edad, por celos. Según el testimonio de la joven, su novio se enojó cuando la vio platicando con otros hombres y la hirió con un cuchillo.

Los testigos aseguraron que ésta no era la primera vez que Valeria era agredida por su novio, con quien tenía una relación de un mes, pues ya había tenido que ser trasladada al hospital por un golpe que él le dio en la cabeza con una pala. Sus papás habían intentado convencerla de que dejara de verlo, pero, a decir de ellos, la menor se negaba.

La Encuesta Nacional de Violencia en el Noviazgo 2007 —la última que se realizó para conocer el fenómeno— destaca que 15% de las jóvenes han vivido algún incidente de violencia física en su relación; 76%, sicológica y 16.5%, violencia sexual.

Tania Robledo, directora de Apis, explicó que el noviazgo es la etapa donde comienza el ciclo de la violencia de pareja. “Ya hay casos tan extremos de violencia que ellas se desdibujan por completo y tienen hasta miedo de hacer las cosas que hacían antes de conocer a sus novios”. Señaló que, además de las armas, hay consumo de drogas en los casos de violencia contra mujeres.

Norma Banda, sicóloga de Apis, explicó que las drogas y el alcohol no son detonantes por sí mismos de la violencia, sino que aceleran el proceso. “No todos los alcohólicos son violentos. Lo que sucede es que si una persona que es violenta toma alcohol o consume droga va a ejercer la violencia de manera más pronta”.

El 23 de octubre pasado, en Ixhuatlán, Veracruz, Sócimo Mata, de 50 años, amenazó a su esposa, Gloria Hernández, con una pistola calibre 32. La mujer dijo a la policía municipal que su pareja llegó alcoholizado y discutieron. Él, ahora está siendo procesado.

En Morelia, Michoacán, el 25 de junio de este año, Pío Castillejos, de 47 años, falleció cuando se disparó el arma con la que forcejeaba con su esposa. Los peritajes indican que ambos discutían y que él la amenazó con una pistola. Ella, en defensa propia, intentó quitarle el arma y quedó herida cuando se accionó la pistola, él murió herido por un proyectil.

El 15 de septiembre, a las 20:15 horas, una llamada anónima alertó a la policía municipal de Zapata, en Morelos. Giovanni, de 18 años, golpeó a su hija y amenazó a su esposa con una pistola calibre 22. En la revisión, la policía encontró mariguana en los pantalones de él. La violencia familiar dejó de ser un asunto privado, pero se sigue justificando, explica la sicóloga Norma Banda.

Comienza de forma sutil

Para llegar a los extremos de los casos descritos, indica que la violencia suele comenzar de una manera sutil, con una crítica sobre la forma de vestir o de peinarse, como control a través de llamadas, visitas inesperadas o la supervisión de objetos y espacios personales. Luego la violencia sicológica sube de nivel cuando hay insultos o amenazas que, si continúan, se convierten en jaloneos, aventones y golpes.

Cuando las mujeres ponen un alto es porque, por lo regular, resultaron gravemente heridas o tienen una enfermedad producida por los golpes u otros trastornos sicológicos. Pero para que ello ocurra, pasan por lo menos 10 años inmersas en esta espiral de violencia.

Por lo regular, dicen los especialistas consultados, una mujer, antes de presentar una denuncia ante el Ministerio Público, busca ayuda con familiares, amigos u otras instituciones de asistencia social, que también han notado un incremento de la violencia en el hogar y del deterioro social, al grado de que su capacidad de atención ha sido rebasada.

Este es el caso de la Institución de Asistencia Privada del Distrito Federal, Alianza a Favor de la Mujer. José Huerta, su fundador, señala que en este lugar a las mujeres que sufren maltrato se les dan herramientas “para que puedan cortar la cadena de la violencia”. Se les ofrece atención sicológica, asesoría legal, capacitación para el empleo y otros servicios de salud y alimentación.

“El propósito es que la mujer recupere su autoestima, se fortalezca, tenga confianza en sí misma y deje de depender económicamente de su pareja”, refiere. La atención anual en este centro se incrementó de 8 mil 802 personas en el 2012 a alrededor de 10 mil para 2013, “y tenemos personas en lista de espera”, indica.

Violencia impune

Pablo Navarrete, de Inmujeres, señala que cuando los casos de violencia contra la mujer llegan al Ministerio Público, hay impunidad, pues sólo en uno de cada 10 se castiga a los responsables, por lo que “hay que reestructurar el sistema de justicia”.

La impunidad, destaca, ha ocasionado que sólo siete de cada 10 mujeres denuncien el maltrato que viven “porque no hay confianza en las instituciones”.

La sicóloga Norma Banda considera que el personal que atiende a estas víctimas debe estar capacitado y sensibilizado en la temática; y la directora de Apis, Tania Robledo, insiste en que cualquier política pública en la materia debe ser eficaz, medible y con un impacto real en las causas que la originan, pues de lo contrario serán sólo “un curita”.

“Otra de las cosas que ya deben cambiar —agrega Norma Banda— es que a los hombres se les enseñe otra forma de ejercer su masculinidad, que no sea a través del ejercicio del poder, y las mujeres deben aprender que ellas mismas son las que deben amarse y protegerse. Ellas antes que nadie”.



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