Historia. Violaciones, una constante en Honduras
FAMILIA. Karla (centro), junto con sus hermanas y su madre, en La 72. (Foto: JUAN MANUEL DIEGO EL UNIVERSAL )
TENOSIQUE
Es domingo y en La 72, Casa del Migrante no hay niños solos, pero sí algunas familias con menores, sin embargo, la mayoría de los indocumentados se ha ido en La Bestia que partió durante la madrugada.
Familias con menores siguen llegando a solicitar un espacio en el refugio, con el fin de descansar antes de continuar su travesía al norte. De un promedio de 20 que llegaban al mes, a partir de marzo la cifra se ha incrementado a 90, aproximadamente, según el Movimiento Migrante Mesoamericano.
“La mayoría de los niños que llegan por esta zona vienen con sus padres, son familias huyendo que son desplazadas por la violencia”, señala Rubén Figueroa, integrante de ese movimiento.
Karla es una niña de sólo siete años de edad, quien junto con su madre y sus hermanitas Angie, de seis, y Paula, de tres, está en el albergue. Ellos proceden de Olanchito, municipio hondureño del departamento de Yoro.
Vienen huyendo de la violencia, pero Karla únicamente sabe que va hacia Estados Unidos. En su inocencia, dice que allá va a trabajar y que algún día será doctora. Comenta que le gustaría tener muchos amigos. Se separa y continúa jugando con sus hermanas.
Miriam, su madre, agrega que el objetivo es llegar a Houston, Texas. Mientras, ella buscará trabajo, tratará de ingresar a sus hijos a la escuela. En su país le han dicho que no es tan difícil.
A sus 14 años de edad, Erika Yanixa Martínez es otra menor que se vio forzada a salir de su país a causa de la violencia. También es de San Pedro Sula, Honduras, pero no viaja sola, sino acompañada de su madre, una hermana y dos hermanos varones.
Está a punto de cumplir 15 años, y pese a todo se dice “emocionada” por la travesía que iniciaron hace unas semanas, pues está cansada de la violencia que se vive en su país, generada por las pandillas conocidas como Maras.
Ella se quedó en el segundo grado de “curso”, como le llaman en su país a la secundaria.
Uno de los motivos que la obligó, junto con su familia, a salir de su país fue la reciente violación que sufrió en mayo pasado su prima Marlen, de tan sólo 13 años de edad, a manos de dos personas integrantes de esa pandilla. No quiere que le pase lo mismo.
Junto con los suyos busca llegar a Nuevo Orleans, donde viven sus tías. Comenta que son constantes las violaciones contra menores en su país natal.
“La pandilla de Los Maras amenazan a todas las personas para que no denuncien”, pues de lo contrario podrían hasta matarlas, señala la adolescente.