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Historia. "Salí para no ser asesinado"

Fredy Martín Corresponsal| El Universal
Martes 08 de julio de 2014
<B>Historia.</b>

PEPENA. En el basurero de Tapachula, menores de Guatemala hurgan entre la basura que vierten al día más de medio centenar de camiones de diez toneladas cada uno, para recolectar papel, aluminio, PET y otros productos.. (Foto: FREDY MARTÍN EL UNIVERSAL )


TAPACHULA

“Para mí es mejor salir de mi casa, que morir en manos de una pandilla”, dice José Rodolfo, de 15 años de edad, que el 3 de abril dejó su país, Honduras, porque los mareros amenazaron de muerte a su padrastro.

La vida de este adolescente transcurrió con normalidad trabajando en la finca de su familia, donde cultivaba café y plátano, hasta que a inicios de año un grupo de pandilleros empezó a buscar a su padrastro, en El Rodeíto, barrio perteneciente a Lempira.

Cuando las amenazas de los jóvenes con tatuajes de calaveras en los brazos y las siglas “MS 18” en el pecho llegaron al límite, entonces el padrastro de José Rodolfo tomó un machete, destruyó el café, las matas de plátano, y luego cerró la casa para mudarse a otra zona que fuera más segura, donde los pandilleros no pudieran encontrarlo.

Ese día José Rodolfo lloró por la drástica decisión que tomó su padrastro y pensó que lo mejor era irse a Estados Unidos, y no quedarse escondido en casa para ocultarse de las pandillas.

Entonces, reunió mil 300 lempiras (poco más de 800 pesos) y el pasado 3 de abril tomó un camión hacia Santa Rosa de Copán y de este poblado a la frontera con Guatemala. El 6 de abril, después de tres días de viaje, cruzó en una balsa el río Suchiate. Pagó con el último dinero que llevaba.

Llegó a Ciudad Hidalgo, Chiapas. “No sabía que ya estaba en México hasta que me dijeron algunas personas”, cuenta el menor que ese 6 de abril aún le faltaban 30 kilómetros para llegar a Tapachula, donde llegó por la noche después de dos días de no probar alimento.

Ese misma noche pidió ayuda entre los parroquianos que descansaban en el parque, para comer.

José Rodolfo cumplió el pasado 3 de julio más de 90 días de haber llegado a México, y ahora esperará ocho meses para continuar su viaje a Los Ángeles, pero quiere hacer el trayecto en tren, porque es donde cree que “se gasta menos”.

—¿Qué pasará si llegas a Estados Unidos, te detienen y te deportan, qué harás?

—Regresar. Voy decidido a lo que me toque. Si me toca... que más puedo hacer.

—Pero, ¿vas a regresar?

—Si me deportan, que más puedo hacer. Migración no escucha explicaciones, ni qué necesidades tiene uno. No les importa.



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