Policía y Ejército blindan calles de Brasil previo a Mundial
SEGURIDAD El autobús de la selección de México es fuertemente custodiado por miembros de la Policía Federal y Militar de Brasil. (Foto: EFE )
Cerca de 200 hinchas esperaban esta semana a la selección holandesa en las afueras del Hotel Caesar Park, una espectacular torre de 23 pisos ubicada frente al mar en Río de Janeiro.
Pero sus camisetas naranjas, pancartas y festivos sombreros no eran la única cosa inusual en la entrada de un hotel normalmente frecuentado por ejecutivos de negocios y turistas de alto nivel.
En las afueras del hotel, era posible ver a 18 soldados brasileños con cascos y chalecos antibalas, armados con porras, armas paralizantes, pistolas y rifles, mientras un helicóptero patrullaba por encima de la famosa playa de Ipanema.
"Ellos realmente se están tomando en serio la seguridad" , dice Bjorn Koerselman, un ejecutivo de una línea aérea holandesa de 42 años.
Cerca de 100 mil policías están patrullando las ciudades sedes y la presidenta Dilma Rousseff ha desplegado 57 mil miembros de las fuerzas armadas en lo que es la mayor movilización de las fuerzas brasileñas del orden en la historia reciente.
El gobierno está invirtiendo cerca de 850 millones de dólares en la seguridad total, que abarca desde la protección de los 32 equipos y la vigilancia del espacio aéreo hasta contener posibles protestas callejeras en contra de la Copa del Mundo.
"El objetivo de Brasil con el Mundial era la promoción del país, mostrar nuestras ciudades y atraer a los turistas" , dijo el general Jamil Megid, asesor del gobierno, en una entrevista reciente.
"Cada parte de las fuerzas policiales, militares y de inteligencia tienen que trabajar juntas, con un comando integrado, con el fin de tener éxito" , agregó.
Los grandes eventos en Brasil no son nuevos. Río de Janeiro, por ejemplo, congrega cada año más de 1 millón de personas para celebrar el carnaval y las fiestas de Año Nuevo.
Pero la Copa del Mundo plantea desafíos únicos. Hay riesgos geográficos y sociales en distintos lugares de un país enorme y el torneo, por supuesto, enfrenta los escollos asociados a cualquier evento internacional, como el terrorismo, los ataques cibernéticos o las manifestaciones callejeras.
Brasil ya se ha visto sacudido por una serie de protestas y de huelgas que estallaron en junio del año pasado durante la Copa Confederaciones, un evento de preparación para el Mundial, por lo que en las últimas semanas, funcionarios federales, estatales y locales han estudiado minuciosamente los planes de contingencia.
Muchos habitantes de las ciudades sedes están sorprendidos por las medidas de seguridad en un país con algunas de las tasas más altas de delincuencia y de asesinatos del planeta.
"No es común para aquellos que vivimos aquí" , dice Junior Andrade, un estudiante de negocios de 21 años mientras mira a los aficionados holandeses congregados en las afueras del hotel.
"Me gustaría que tuviéramos una seguridad así todos los días" , agregó.
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