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El 19 de enero de hace 50 años el futbol mexicano se vistió de azul. Ese domingo, a las doce del día, los trabajos en la cantera de la pequeña ciudad hidalguense, llamada Jasso, se detuvieron, sólo se escuchaba a lo lejos el sonido de los trenes llenos de cemento.

Y más cerca, el grito de gol.

Cruz Azul vencía 7-1 al Zamora y gracias a la derrota del Poza Rica 2-1 frente al Orizaba, los Cementeros lograban el ascenso a Primera División... Para nunca más descender.

"Fue un sueño agradable, de esos de los que no quieres despertar", recuerda Guillermo Álvarez Cuevas, hoy presidente del club deportivo y en ese entonces jugador de ese equipo histórico.

Eran tiempos en los que el profesionalismo se colaba con los amateur. "Eran viajes larguísimos los que se hacían -recuerda Billy-. Viajes de 18 horas en autobús. Uno llegaba a las cuatro de la mañana de esos juegos y sin dormir, se tenía que ir a la Universidad".

Álvarez Cuevas jugaba de 10. "Manejaba los dos perfiles, pero no jugaba mucho. Tenía 17 años. En esa era no había cambios. Jugaban sólo once y los demás, a la tribuna, sólo a ver".

Llegó ese día. Los juegos definitorios comenzaron a la misma hora. En el primer tiempo, las llamadas Liebres ganaban por 4-0 con dos tantos de Porfirio Gutiérrez, Raúl Arellano y Fernando Bustos.

En Poza Rica no se movía el marcador.

Cruz Azul necesitaba que los Petroleros no sumaran para ascender. Comenzó la segunda parte y los azules arrasaron. Roberto Muciño, hermano del Centavo, anotaba en dos ocasiones y Gutiérrez volvía a marcar.

En Poza Rica se comenzaba a escribir el milagro. Orizaba ganaba 2-0. Por el sonido local, la afición cementera había escuchado todo el juego y en ese momento brincaban de alegría. Pero a los 87', Poza Rica se acercaba con un tanto. Los siguientes tres minutos fueron eternos para los de Jasso.

Los segundos pasaban y en al radio se escuchaba: "Últimos segundos, Franco (delantero de Poza Rica) se va solo, enfrenta al portero, tira..." ...Y falló.

A partir de ese momento, la historia fue azul y en aquella población nada fue igual.

"Inmediatamente se comenzaron a construir tribunas de concreto para el estadio. En cuatro meses estuvieron listas, pues debutamos en Primera División". Años después, el crecimiento del equipo obligó a trasladar la sede al DF.

Lo demás es historia. Ocho campeonatos de Liga, dos campeón de campeones, tres de Copa, y cinco de Concacaf, son los logros conseguidos en 50 años.

Vinieron tricampeonatos, bicampeonatos y también muchas finales perdidas.

"Sí, se habla de eso. Como aquella en penaltis en Toluca, o el gol de oro contra Pachuca, o la reciente contra América. Pero muchos clubes ya hubieran querido disputar tantas. Hay que estar en una final para ganarla o perderla", advierte Guillermo Álvarez.

Hoy se cumplen 50 años en Primera División de un equipo que arrasó en sus primeros años para convertirse en grande, pese a su sequía en años recientes.

mcs