"Desaparecer las barras, lo peor que pueden hacer"
ESPECIALISTA. El sociólogo Mauricio Murad, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, ha dedicado décadas de investigación a entender el fenómeno de la violencia en el fútbol de Brasil. (Foto: ALBERTO TORRES / EL UNIVERSAL )
Video. Video Partidos dan "sí" a la ley contra la violencia
alberto.torres@eluniversal.com.mx
¿Cuáles son los detonantes de la violencia en el futbol? ¿Por qué un espectáculo tan alegre y popular puede convertirse en el escenario de sangrientas batallas? No importa sí hablamos de las barras de "La 12", "Los Guerreros" o "Los Borrachos del Tablón" en Argentina, los torcedores Sao Paulinos del Sao Paulo FC en Brasil, los hooligans del Bushwackers en Inglaterra o los Ultra Bad Boys del Estrella Roja de Belgrado.
Minoritarios pero peligrosos
Estos pequeños grupos violentos de aficionados al futbol están en todos lados del planeta y se mezclan entre los aficionados, entre la multitud son clandestinos y se sienten invencibles. Los violentos son minoría, pero una minoría poderosa y organizada. Y su poderío crece a medida que son usados por presidentes de clubes, políticos, y gobiernos de países, ya sea para distraer de otras problemáticas, desestabilizar la convivencia social o ser usados como grupos paramilitares o de limpieza étnica como ocurrió con los skinhead en Los Valcanes.
El sociólogo Mauricio Murad, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, ha dedicado décadas de investigación a entender este fenómeno de la violencia en el fútbol en Brasil, uno de los países más aficionados a este deporte que en años recientes ha sido escenario de imágenes dantescas en las gradas y afuera de los estadios y que será próxima sede de la Copa del Mundo. EL UNIVERSAL platicó en entrevista con este investigador para entender cómo surgen, cómo sobreviven, cómo se financian y cómo se adiestran estos violentos grupos que ahora proliferan en el futbol por todo el planeta y que también están en México.
"El futbol no sólo debe ser entendido como pasión deportiva, es también, un laboratorio social", asegura el sociólogo quien advierte, "la violencia en los estadios y en el futbol está íntimamente ligada a la impunidad y la corrupción que hay en estos países".
Grave error ordenar su desaparición
"Ordenar la desaparición de las barras para intentar acabar con el problema sería el más grave error que las autoridades policiales, de gobierno y de los clubes pueden hacer. Porque estos grupos no van a desaparecer, pasarán a la clandestinidad y desde entré la multitud en las gradas, cobijados por el anonimato, continuarán actuando y no habrá mecanismos de fiscalización para entender sus redes de organización, sus financiamientos, identificar a los cerebros que las crearon y las manejan y controlar a estos grupos", alerta el sociólogo.
"Prohibir la pertenencia a las hinchadas y cancelar que existan las barras y los grupos de porras en un gran equivoco. No se pude castigar a un colectivo por la acción de pequeños grupos. Es necesario castigar a estos pequeños grupos de delincuentes y no criminalizar a un colectivo que es legítimo, democrático y popular y que también son víctimas de esta violencia", detalla el investigador.
Las causas que dan vida a los grupos violentos
La venta de drogas, el alcohol, las prebendas de clubes, la nula fiscalización del gobierno, la falta de preparación de la policía para el control de multitudes y la pertenencia a grupos del crimen organizado, son sólo algunas de las causas que dan vida a estos grupos violentos y son elementos que a su vez les ayudan a subsistir, mezclados entre el anonimato que les da pertenecer a las porras de aficionados de los equipos de futbol, según ha documentado este sociólogo durante sus años de investigación.
Tribus ligadas a grupos del crimen organizado
La mayoría de los miembros de estas barras son jóvenes que se unen a tribus que supuestamente les dan identidad, valor y un sentido que para ellos la sociedad parece negarles, pero se convierten en presa fácil de los líderes, en muchos casos, adultos no tan jóvenes ligados a grupos del crimen organizado, que los usan para el control, la distribución y la venta de droga en los eventos públicos.
Durante sus investigaciones, este sociólogo pudo documentar que el ambiente de estos grupos esta plagado de drogas, alcoholismo e incluso la portación de armas es algo común, al estar vinculados con grupos del crimen organizado que se apropian del control no sólo de territorios aledaños a los clubes, incluso de los estadios y sus alrededores.
Falta una policía preparada
Para este especialista, toca a la policía comenzar a realizar el trabajo de investigación para manera las redes, las zonas de influencia, los líderes y los vínculos con políticos y empresarios para comenzar a realizar los trabajos de control, represión y principalmente los trabajos de prevención. "La prevención es más rápida, eficaz y más barata que la represión".
"Tenemos policías que no están preparados para controlar a una multitud, que tienen una psicología y una sociología diferente. Las persona que están inmersas en una multitud se sienten en anonimato, se sienten poderosas y creen que pueden hacer todo. Y la policía no está preparada en el conocimiento de esta cultura y es cuando vienen los problemas al actuar de manera equivocada y que incluso los ponen en peligro".
Necesarios, castigos ejemplares
"Hay una serie de causas que ayudan a entender el problema pero en nuestros países, al menos en Brasil y México, hay una problemática muy común que daña todos los niveles de la sociedad y sus interacciones: la impunidad. Es necesario tener penas duras, legales y legítimas, ejemplares, contra estos grupos de vándalos y delincuentes", asegura este investigador.
"Los clubes deben unirse contra estos grupos violentos y no premiarlos dándoles cabida en los estadios ni el club regalándoles boletos. Debe haber también castigo contra los clubes, los directivos y los futbolistas que se vinculen a estos grupos. Debe haber un plan nacional estratégico con tres momentos distintos pero articulados: a corto plazo, la represión contra estos grupos por parte de la policía; a mediano plazo, la prevención para evitar este problema y a largo plazo, la reeducación, para cambiar esta cultura de violencia y agresión que confunde al adversario con el enemigo", detalla el investigador.
Y en todo esto, según el especialista, el papel de los medios de comunicación debe de ser fundamental y estar en la primera línea de acción, destacando los actos positivos y condenando, denunciando e investigando las redes de prebendas que están detrás y dan vida a estos grupos violentos.
El fútbol, un patrimonio cultural a preservar
"Los hinchas son el alma del futbol, son la musicalidad, la alegría, la pasión, la coreografía y los cánticos", asegura Mauricio Murad mientras hablamos sobre las víctimas de esta violencia, los verdaderos aficionados. Un estadio sin porras sería quizá como jugar en un cementerio, escuchando sólo el eco de la bola. Antiguamente en Brasil, cuando el futbol dejó de ser exclusivo de las élites a principios del SXX y se popularizó, existía una vieja costumbre que buscaba cohesionar a la sociedad: los seguidores del equipo victorioso debían pagar una comida los seguidores del equipo perdedor, en señal de que esta rivalidad sólo era en el juego pero había una aprecio por la belleza del deporte. Con el tiempo estos e perdió.
Para este investigador, el deporte, como el fútbol en Brasil, puede ser el símbolo de toda una nación. Ayuda a terminar con las brechas entre pobres y ricos, entre blancos y negros y ayuda a formar ciudadanía, inculcando valores a sus aficionados desde niños. "Mientras más familias enteras acudan a los estadios, más niños, más mujeres, más habrá un ambiente familiar que aleje a estos grupos criminales de los estadios y sus alrededores, pero esto no se dará si no existe una fiscalización del Gobierno y una presión hacia los clubes".
Sorprendentemente en Brasil, para un mexicano acostumbrado a poder comprar y beber cerveza al interior de los estadios aunque haya "Ley Seca" en todo México, en este país el consumo del alcohol al interior de los recintos deportivos esta prohibido. Ocurre, de manera clandestina, pero por ley es penado.
"El futbol es un gran patrimonio de nuestras sociedades, de nuestras culturas y nuestros países, es un patrimonio de la todo el pueblo, y debe ser preservado y cuidado por la ley, por las autoridades gubernamentales, políticas, policiales y judiciales, que por desgracia no están preparadas, y adoptan medidas mediáticas espectaculares: el fin de las hinchadas. El justo no puede pagar por el pecador".
jlc