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Coyolxauhqui, el monolito que no deja de cautivar

Notimex| El Universal
18:09MÉXICO | Jueves 19 de febrero de 2015
Arquelogos del INAH en el rea de trabajo del descubrimiento de la Coyolxauhqui, que tuvo lugar el

HALLAZGO. Arqueólogos del INAH en el área de trabajo del descubrimiento de la Coyolxauhqui, que tuvo lugar el 21 de febrero de 1978. (Foto: Archivo )

El 21 de febrero se celebran 37 años del hallazgo de la enigmática escultura en torno a la que se continúan realizando investigaciones arqueológicas y antropológicas

A 37 años de su descubrimiento, el emblemático monolito Coyolxauhqui, Diosa lunar en la cultura mexica, ha sido materia de múltiples investigaciones, entre las que destaca el Proyecto Templo Mayor encabezado por Eduardo Matos Moctezuma y otros detallados estudios sobre su iconografía.

Fue el 21 de febrero de 1978 cuando especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México el monolito, cuyo nombre significa "La que se omamenta las mejillas con cascabeles".

Se trata de una de las pocas esculturas mexica que muestran la desnudez femenina, relacionada con la luna, y que aludía a una de las últimas etapas de la derrota de los enemigos, informó la institución en comunicado de prensa.

Según el mito, Coyolxauhqui era la dirigente del grupo Huitznahua, uno de los barrios que salieron de Aztlán, quienes al llegar al cerro Coatepec y se enfrentan a Huitzilopochtli. Su hermano, quien los derrotó y a ella la decapitó y arrojó, dejándola desmembrada al pie del monte.

Fue hasta la década de los años 70 cuando se descubrió la más grande de las seis esculturas de esta deidad, que pesa casi ocho toneladas y mide 3.25 metros de diámetro. Esta pieza ya era mencionada en las crónicas de Diego Durán (1537-1588), Tezozómoc y fray Bernardino de Sahagún (1499-1590).

La pieza de andesita rosada fue hallada de manera fortuita por una cuadrilla de la Compañía de Luz y Fuerza mientras trabajaba en las calles de Guatemala y Argentina, en el Centro Histórico, donde permaneció durante 500 años.

Este hallazgo detonó el Proyecto Templo Mayor, encabezado por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, a partir del cual surgieron nuevos descubrimientos de representaciones de la diosa lunar. Una de ellas es la realizada en piedra de tezontle con la que armaron las piernas, brazos y tórax.

En su estudio "Las seis Coyolxauhqui: variaciones sobre un mismo tema", Matos Moctezuma describe una máscara de piedra verde, pieza que presenta los atributos de la Coyolxauhqui: los cascabeles sobre las mejillas, las orejeras y los plumones en el cabello.

Otro fragmento de piedra labrada que se encontró con parte del rostro, cabello y plumones de la diosa lunar, se encontró en la esquina suroeste del Templo Mayor de la etapa IV b, que fue excavada por Manuel Gamio en 1914, y posteriormente en 1948 por Hugo Moedano.

La pieza erosionada fue identificada por el arqueólogo Felipe Solís, igual que el monolito de andesita rosada descubierto en 1978, este último con ayuda de Gerardo Cepeda.

En los trabajos de excavación realizados en la década de 1980, Matos Moctezuma halló fragmentos irregulares de la escultura, en la que se aprecian elementos correspondientes a la diosa, que podrían corresponder a la última etapa constructiva del Templo Mayor.

El INAH destacó que la belleza de la escultura también ha sido analizada por los investigadores Lourdes Cué, Fernando Carrizosa y Norma Valentín, quienes identificaron los colores con los que fue pintada este monolito.

Un estudio, publicado recientemente por la investigadora Lourdes Cué, explica que esos colores se localizan en los detalles como son los pezones azules, los manchones de rojo sangre en el tórax, el ojo enrojecido, como en los códices, y el penacho azul.

La especialista también menciona tres valores iconográficos en la Coyolxauhqui: Los caracoles que adornan sus tobilleras, que son emblema de los guerreros muertos y asociados al sacrificio y a entidades como el sol.

Otro es el tocado azul, color del cielo diurno y ámbito de Huitzilopochtli, y un tercer elemento son las falsas coralillos del cuerpo anillado atadas en diversas partes del cuerpo de la diosa.

Estos réptiles se asocian a Cihuatéotl, que representaba a la mujer que moría en parto, pero en el caso de la deidad lunar las serpientes tienen dos cabezas, son las temibles maquizcoatl culebra mítica asociada a la muerte.

Es la prueba más clara de una unión simbólica entre ambos hermanos a través de estas serpientes, el verdugo, el dios solar deja su signo sobre el cuerpo de Coyolxauhqui, concluyó el INAH.

 

rqm



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