La pianista María Teresa Rodríguez, una de las figuras más importantes de la escena musical mexicana, murió ayer a las 21:30, a los 90 años.

El Instituto Nacional de Bellas Artes informó que sus restos serán velados en la Funeraria García López de Miguel Ángel de Quevedo.

Nació en la ciudad de Pachuca, Hidalgo, el 18 de febrero de 1923. Fue considerada una niña prodigio, ya que a sus cuatro años inició su formación en el lenguaje musical y la ejecución del piano.

A los ocho debutó tocando el Concierto Núm. 1, de Beethoven, obra de dificultades técnicas e interpretativas lo suficientemente exigentes como para no ser considerada "fácil" ni adecuada para una niña.

Estudió en Estados Unidos bajo la guía del ruso Alexander Borowski. A partir de ese momento su interés y curiosidad musicales la llevaron a incursionar en músicas de los más variados lenguajes y estéticas. Fue así como su repertorio comenzó a ampliarse significativamente, hasta abarcar por igual la música de Mozart y Bartók, Schumann y Ravel, Saint-Saëns y Boulez, Liszt y Prokofiev, entre otros.

En la Ciudad de México ofreció recitales frente a destacados compositores como Manuel M. Ponce, Julián Carrillo y Claudio Arrau. Y tocó bajo la batuta de directores como Igor Markevitch, José Pablo Moncayo, Arthur Fiedler, Kyril Kondrashin, Carlos Chávez, Jorge Mester, Luis Herrera de la Fuente y Eduardo Mata.

Entre 1988 y 1991 dirigió el Conservatorio Nacional de Música, convirtiéndose en la primera mujer en dirigir esa institución, a la que llegó en los años 40 gracias al maestro Carlos Chávez, con mantuvo una prolífica amistad.

sc