Poniatowska: "todo se lo debo al periodismo"
FELIZ. La escritora mexicana recibió toda la mañana decenas de llamadas de felicitación por su Premio Cervantes. En la imagen, la autora atendiendo una llamada en su casa de la ciudad de México. (Foto: JUAN BOITES / EL UNIVERSAL )
cultura@eluniversal.com.mx
Elena Poniatowska sonríe a cada persona que está a su alrededor y ha pedido a su hijo mayor, Emanuel, que deje pasar a todos los periodistas que esperan hablar con ella sobre la obtención del Premio Cervantes de Literatura, con el que se convirtió en la cuarta mujer y en el quinto escritor mexicano en recibir el galardón considerado el más importante en lengua española.
“Que pasen los periodistas, todos tienen que estar muy contentos por este premio porque también es para ellos”, dice la escritora nacida en París en 1932. Pero su hijo insiste en que la visita debe ser escalonada. “La casa es muy chiquita, no cabemos todos, pero ahorita platicamos, mientras que les traigan un café”, explica a modo de disculpa.
Los teléfonos no dejan de sonar, pide que le pasen todas las llamadas porque, insiste, es periodista y comprende que sus colegas necesitan “tener la nota”.
Hacia el mediodía ha declarado en varias ocasiones que está sorprendida, feliz, y que cuando recibió la noticia estaba en pijama. Entra una llamada más, es su editora en España. “A ver si no me da el soponcio y mi corazón sale rodando por las escaleras”, le dice.
Alguien toca a la puerta, es una lectora que suele llevarle chocolates y que acude a la cita que tenían pactada antes de la noticia del Cervantes. Elenita, como se le conoce, sale a recibirla. “Ni modo que se quede afuera, además me viene a presentar a sus hijas”. El encuentro dura unos instantes y el vaivén de reporteros continúa.
Ante una pregunta, Poniatowska recuerda que su obra nació en 1953 cuando publicó en Excélsior su primera entrevista. “Se la hice al embajador de Estados Unidos, Francis White, un viejito de pelo blanco. Le pedí a mi mamá que le dijera que yo era periodista. Él se me acercó, me dijo ‘buena niña’ y me pidió que fuera al otro día a su oficina. Fui y le hice una entrevista absolutamente pendeja”, cuenta.
¿Quién le ha llamado para felicitarla?, se le pregunta. “(Enrique) Peña Nieto, no, pero tampoco Andrés Manuel (López Obrador), la literatura le importa un pepino. Si yo fuera Benito Juárez me hablaría porque él lo único que ama en la vida es a Juárez”, responde entre risas.
En ese momento, la autora que acaba de publicar El Universo o Nada, una biografía sobre el astrónomo Guillermo Haro, su esposo, ignora que el presidente de México la felicitó por Twitter, igual que diversos políticos, escritores nacionales y extranjeros, la prensa internacional y sus lectores.
Entre los que se congratulan por la noticia están Fernando del Paso, quien dice a este diario: “Ella se merece todos los premios”. Y Emmanuel Carballo: “Si hay una palabra que define a Elena es el tesón”.
Sobre su actual proyecto literario sostiene que se encuentra trabajando en una novela sobre Guadalupe Marín. “Fue la segunda esposa de Diego Rivera, la primera fue Angelina Beloff, con quien tuvo su único hijo, que se le murió de frío en la guerra en París, durante la Primera Guerra Mundial”, dice.
Y añade que será una novela porque “no tiene los elementos” para hacer una biografía. “La biografía exige muchísimo”, dice.
Sobre Cervantes, explica: “Es un escritor obligatorio porque fascina, Cervantes es entrañable, uno adora al Quijote que ve molinos de viento y se enamora”.
Haber nacido en Francia, dice, marcó su destino porque al llegar a México cuando tenía 10 años de edad, el país fue su principal interés. “Lo que quise fue escribir sobre México, como lo que pasó el 2 de octubre de 1968”.
Ser la cuarta mujer reconocida con el galardón considerado el Nobel para literatura en lengua española la orilla a reflexionar sobre la cuestión de género: “A las mujeres nunca se les hace caso. Rosario Castellanos, por ejemplo, debió haber pertenecido a El Colegio Nacional, por ahí tengo una carta de ella en la que escribió que nunca iba a dejar de ser mujer y por eso nunca sería parte de El Colegio”, explicó.
El tiempo con los reporteros se agota, su familia y su editora en México le piden que se despida. Ella comienza a aplaudir a los periodistas que la rodean. “Es de ustedes, deben estar contentos”.
Afuera, los automovilistas empiezan a preguntar por qué tanto alboroto en la casa ubicada en la Plaza Federico Gamboa. “Por Elena Poniatowska, se ganó el Cervantes”, se les explica. “¡Ah, Elenita! Muy bien”, dice un taxista.
Una larga jornada
En medio de aplausos, la escritora arriba después de las 13 horas al auditorio del Centro Cultural Bella Época, donde la esperan diversos medios de comunicación.
Ahí, acompañada de su hijo Felipe y de algunos de sus editores, la autora señala que con los 125 mil euros (2 millones 178 mil pesos) que le serán otorgados por el Cervantes cumplirá lo que ha sido uno de sus mayores sueños desde hace seis años: crear una fundación.
Esa asociación, para cuya sede espera tener el apoyo del gobierno del DF, albergaría su archivo personal que resguarda en su casa y que contiene cartas de Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Rosario Castellanos y otros personajes de su época.
Sería un espacio donde también se impartirían talleres, conferencias; sería un espacio para investigadores y tendría un espacio privilegiado para los niños y para las mujeres, ya que a éstas “nunca se les pela nada”. Tras la ardua jornada, su último comentario vuelve a girar en torno a su oficio. “Yo le debo todo al periodismo”.