La drogaban y vendían por '10 kilos de carne'
VIVE INFIERNO Perla no sólo fue vÃctima de explotación sexual, sino también laboral, ya que el âcentro de rehabilitaciónâ, en realidad era un centro disfrazado de esclavitud sexua. (Foto: Archivo EL UNIVERSAL )
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Cuando a Perla la ingresaron al Centro de Rehabilitación contra las Adicciones “Compañeros Uno”, ubicado en el Distrito Federal, apenas tenía 14 años y casi de inmediato fue coptada por sus propios “padrinos”, quienes la intercambiaban por favores sexuales a cambio de “10 kilos de carne”, pero también era prostituida en las noches, cuando era sustraída del centro totalmente drogada o “entregada” incluso a otros de sus compañeros de terapia.
Claudia Hernández, madre de Perla, narra la historia de su hija como una forma de purgar su propio dolor, pues a la fecha ni siquiera su amor dedicado y constante vigilancia, la han logrado rescatar de las calles del DF, donde continua vagando, y en el sórdido mundo de las drogas.
Víctima de su adicción al activo, lo que motivo su primer ingreso al centro, Perla estuvo aislada de su familia por prácticamente un año, debido a que les tenían prohibido visitarla para supuestamente no entorpecer su tratamiento.
En ese lapso, Perla no sólo fue víctima de explotación sexual, sino también laboral, ya que el “centro de rehabilitación”, en realidad era un centro disfrazado de esclavitud sexual.
Además de ser vendida a los proveedores, Perla formaba parte de un grupo de menores de edad, a quienes el supuesto centro vendía directamente en otros prostíbulos que operan en el Distrito Federal, y a las cuales las llevaban de vez en vez con el pretexto de que “iban a compartir” práctica terapéutica de los grupos de autoayuda y de AA consistente en el intercambio de experiencias.
Cuando Perla se negaba a estas visitas, los padrinos la quemaban con sosa cáustica o clarasol, o también era bañada con agua fría, enjabonada y después tallada con cepillos industriales, o era obligada a realizar entre 500 y mil sentadillas diarias dentro del agua fría.
Días antes de su rescate de ese centro, Perla fue encerrada dos semanas, en las cuales no la dejaron dormir ni le dieron de comer.
Con el tiempo fue a dar a otro centro de rehabilitación llamado “La Perla Mexicana”, en Iztapalapa, donde también fue drogada con medicamentos antidepresivos y ansiolíticos.
En otra ocasión, a Perla la intentaron vender a otra red de prostitución con conexiones en el Estado de México. Fue rescatada en el municipio de Zumpango.
Actualmente Perla se sigue victimizando en las calles, dice su madre, ante la falta de un refugio especializado en trata de menores de edad y con adicciones.