Luis Miranda, subsecretario de Gobernación, conocido en el círculo político como uno de los mejores amigos y de las confianzas del Presidente, está en la mira de los maestros disidentes y en el centro del fuego mediático, nos hacen notar.

¿Por qué este funcionario está hoy en las plumas de los comunistas políticos?

Miranda, nos explican, está identificado como integrante del grupo de los mexiquenses y se ha encargado de las negociaciones con los líderes magisteriales de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, quienes están en contra de la reforma educativa y juegan el papel de interlocutores con los padres de los 43 normalistas desparecidos de Ayotzinapa.

Al menos en una ocasión, la mediación de don Luis con los representantes de los padres de los normalistas impidió que los maestros de la Ceteg y estudiantes de Ayotzinapa tomaran el aeropuerto de Acapulco.

Sin embargo, nos explican, hoy una parte de la responsabilidad por el desalojo del martes en el puerto guerrerense, que culminó con agresiones a Policías Federales, la respuesta de los elementos contra los maestros-manifestantes y la muerte del profesor jubilado Claudio Castillo, de 65 años - todavía sin aclarase del todo-, se le ha cargado como una factura política al amigo del presidente Enrique Peña Nieto.

Nos dicen que algunos grupos dentro del gobierno federal están de plácemes porque las miradas y los reproches apuntan hacia la oficina de Miranda, a quien señalan de haber concedido prerrogativas y presupuestos a los maestros disidentes.

Uno de los hechos que detonó la protesta del martes en Acapulco fue que el subsecretario dejó plantados a los representantes de la Ceteg, con quienes iba a dialogar sobre temas de dinero: pago de quincenas atrasadas, aguinaldos y más plazas.

Quienes han cuestionado los métodos de Miranda ahora tienen más combustible para mantenerlo en el centro del fuego mediático. ¿Cuánto tiempo aguantará?