Una pregunta común en los círculos políticos de Guerreo y algunas dependencias federales es si el gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega, será capaz de garantizar que no se desborde la violencia en algunos puntos de su estado al grado de que se ponga en riesgo la próxima elección.

Nos dicen que don Rogelio encontró una fórmula "mágica" para controlar al magisterio disidente agrupado en la CETEG  y a otras organizaciones populares que abiertamente estaban en contra de la realización de las elecciones en el estado.

El gobernador firmó con estos grupos un acuerdo de 42 puntos, que no se ha hecho público, y en el que nos aseguran se "invirtió" algo más que voluntad política para mantener "aplacados' a los maestros, quienes encabezaban las quemas en la entidad y amenazaron con un boicot para cancelar  las elecciones.

Sin embargo, algunos actores políticos aún tienen dudas sobre si los sectores más radicales de estas organizaciones respetaran el pacto con el gobernador.

Pero el punto más preocupante para ellos por el momento es el caso de la situación que se vive en el municipio de Chilapa.

Nos dicen que a más de dos semanas del asesinato del candidato del PRI a la alcaldía, Ulises Fabián Quiroz, en Chilapa ya está el Ejército, la Policía Federal y la Fuerza estatal, pero el gobernador no ha logrado controlar la situación violenta, e incluso algunos consideran que la ha minimizado.

El propio alcalde de Chilapa, Francisco García, quien durante la "toma" de la ciudad por parte de un grupo armado se refugió en Chilpancingo, acusó a Ortega de no hacer nada. "Yo creo que está sufriendo de miopía mental", dijo

¿Será capaz el gobernador Ortega de garantizar las elecciones en Guerrero? Persiste la pregunta.