Para algunos legisladores, tanto de oposición como del propio PRI, ven factores que podrían conjuntarse para crear un coctel que disminuya el nivel del trabajo legislativo.

Nos hacen ver que el periodo ordinario de sesiones que comienza en febrero en el Congreso, tiene que superar la mezcla que genera el hecho de que la mayor parte de esta legislatura se cruza con las elecciones estatales en 9 entidades y la renovación de la Cámara de Diputados.

Aunque hay en la agenda temas pendientes como la reforma del DF, la reforma anticorrupción y el paquete de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto, habrá que ver con cuántas ganas retomarán el trabajo los diputados, ante el fin de su legislatura, no así los senadores que tienen todavía tres años más de gestión.

Nos comentan que el termómetro para pronosticar cómo estará el desempeño legislativo se podrá observar en las reuniones plenarias, previas al inicio de cada periodo y que permiten a las bancadas definir sus agendas legislativas y los temas a los que darán prioridad, y que se celebran esta semana que inicia.

Nos explican que ahí se verá si los diputados y senadores dejarán el discurso y se avocarán a aprobar reformas pendientes, con dictámenes firmados y que pasen a la siguiente Cámara.

El otro camino es que ante el inicio del proceso electoral, y la solicitud de licencias de varios legisladores, no haya interés de negociar los cambios.