Crónica. Se quedan en Antúnez, pese a guardias abatidos
DOLOR. En Antúnez fueron velados los restos de Rodrigo Benítez Pérez (imagen), quien falleció durante los choques armados. (Foto: JORGE SERRATOS / EL UNIVERSAL )
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ANTÚNEZ, Mich.— Apenas el día anterior, a las 10 de la mañana del domingo, el Ejército les había dado paso libre para que tomaran Nueva Italia. Algunos de los comunitarios incluso habían estrechado la mano de los soldados que estaban apostados a la entrada del poblado. Pero todo puede cambiar de un día a otro.
A las 9 de la noche del lunes, un convoy de militares arribó a Cuatro Caminos, ordenó a los que vigilaban la barricada que se tiraran al piso y rindieran las armas. Así lo hicieron. Los soldados no sólo se llevaron las armas, también tomaron carteras, dinero y celulares de unos cien alzados. A algunos los golpearon, incluida Dulce, una muchacha de 14 años, a quien le dieron una patada, “pero quedito”, aclara.
En cuanto partió el convoy, los despojados y otros miembros de la comunidad salieron en 50 camionetas para alcanzar a los militares. Y llamaron a sus compañeros de Antúnez, el siguiente poblado.
Pasadas las 9:30 de la noche los pobladores de Antúnez recibieron la llamada desde Nueva Italia: el Ejército iba para allá. Los milicianos guardaron sus rifles y cuernos de chivo. Y con unas bocinas regadas por todo el pueblo convocaron a la gente. Explicaron que venía el Ejército a desarmarlos.
La gente acudió al llamado de las autodefensas. El grupo que bloqueó el puente de la carretera Nueva Italia-Apatzingán, a la altura de Antúnez, era una mezcla de milicianos y pobladores, algunos incluso se pusieron las camisetas blancas de los primeros. Unos y otros, desarmados. En ello coinciden tanto pobladores como alzados, entrevistados por separado. Unas muchachas se sentaron en la tarima de una camioneta, había niños. Y entre todos detuvieron al convoy militar.
Los tres caídos
Lo que se muestra en los videos que circulan por internet es a gente forcejeando con los soldados para desarmarlos. Y lo hicieron: arrebataron cascos y armas a un centenar de militares. Entonces, relatan, los soldados comenzaron a disparar al aire para dispersar a la muchedumbre. Pocos se alejaron. El grueso de las personas se quedó. Fue en ese momento cuando los soldados abrieron fuego contra la gente. El video difundido en redes sociales da cuenta del homicidio de Mario, un hombre de 57 años que fue velado ayer.
A Rafael, quien había presidido la asamblea horas antes, le tocó coordinar las acciones en el puente. Vio caer a Mario. Y a Rodrigo, un muchacho de 25 años que se ahogó en su sangre ahí mismo. Era cortador de papaya. También vio cómo a un compañero suyo de Buenavista le salía sangre con aire cuando trataba de respirar, herido en el pecho. No llegó al hospital. Para la mañana ya se habían llevado su cuerpo a Santana, Buenavista, a que lo velaran.
Dicen también que hirieron de muerte a un niño o a una niña. Unos aseguran que de entre 11 y 12 años. Otros que de 14, que lo subieron a un taxi rumbo a Apatzingán. Pero esta información no pudo ser confirmada con la gente del pueblo.
Mientras esto ocurría en la entrada de Antúnez, presuntos miembros del crimen organizado rafaguearon y tiraron una granada contra una barricada a la orilla del pueblo. No hubo heridos. Eran las 11 de la noche. Los agresores huyeron entre los campos. De ello da cuenta Simón El Americano, líder operativo de Buenavista y quien encabezó las tomas de los últimos poblados.
Se ofrecen tregua
A pesar de los muertos y heridos, la gente no abandonó el lugar. Al contrario, retuvo a los militares. A las 2:30 am acordaron liberar a los soldados y regresarles sus cosas a cambio de que los militares entregaran las armas de las autodefensas. Así se hizo. Los comunitarios liberarían además el puente de Antúnez y bajarían sus armas cada que un convoy militar pasara por la barricada de Cuatro Caminos.
La mañana del martes se pudo constatar que las autodefensas y los militares ya no se saludaban como un par de días antes, pero sí, en cambio, encontraron otro modo de ofrecerse tregua: los primeros bajaron los rifles cuando los vieron pasar en esas imponentes camionetas verdes. Iban rumbo a Apatzingán.