UNA PROFUNDA REFLEXIÓN sobre desempeño que han tenido los órganos de inteligencia civiles y militares del Estado frente a casos relevantes en materia de seguridad como el de la infiltración del crimen organizado en diversas policías y miembros de la vida política en Guerrero, que permitió la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, tiene lugar en el gobierno federal, nos comentan.

De esta reflexión, explican, buscan obtener una nueva manera de coordinar las tareas de acopio e intercambio de inteligencia entre las propias dependencias federales y la forma en que estos insumos serán compartidos con los gobiernos estatales.

La idea es atender los focos rojos antes de que revienten y generen un costo como el que se está pagando por el caso de los desaparecidos de Guerrero en el que ahora se sabe que había una presunta liga entre el alcalde de Iguala, José Luis Abarca y una organización criminal.

El caso, nos aseguran, es urgente pues hay varias entidades en el país con el potencial de que sucedan hechos graves ante la perniciosa complicidad entre funcionarios, policías y la delincuencia organizada. Pronto, nos comentan, habrá noticias al respecto de este nuevo modelo de inteligencia.