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Testimonio 'Odile' se escuchaba como el bramido de un toro

Redacción| El Universal
12:17Jueves 18 de septiembre de 2014

Video. En la zona de Los Cabos, la más afectada, se mira como si hubiera sido bombardeada; las colonias populares y los grandes hoteles de lujo fueron destrozados por los vientos de 250 kilómetros por hora


Video. Destrucción y miles de turistas varados por ´Odile´

Ante el embate del huracán, hoteles como El Hyatt quedaron en obra negra

Odile desnudó al hotel Hyatt. Le pegó con fuerza para dejarlo en meras estructuras metálicas, dejando ver plafones, tuberías y lo endeble de sus muros.

El huracán provocó también la escasez de alimentos. La comida empezó a ser insuficiente en los grandes emporios hoteleros.

Odile se escuchaba como el bramido de un ‘toro' encima de uno. Durante más de cuatro horas hizo permanecer en resguardo a huéspedes de hoteles.

En los hoteles, algunos se ocultaron en los salones dispuestos para ello. Otros se quedaron en sus cuartos, ocultos en los baños, donde acondicionaron la tina para quienes traían bebés, improvisando ‘barricadas de sillas' para resguardarse.

"El baño sin ventanas nos protegía de Odile, aunque el calor era insoportable", relata Graciela Bolio,  quien sobrevivió a ese ‘toro'.

"Las paredes se cimbraban, el ruido era ensordecedor aún en el baño. Formamos una barricada de sillas y mesas frente a las gruesas cortinas de la habitación como medida de protección. No pudimos llegar al salón de usos múltiples del hotel, donde estaban algunos de los huéspedes.

"El agua buscaba su cauce al igual que el bramido del huracán. Los pasillos del hotel se volvieron parte de él. Ante el temor de que en cualquier momento debíamos salir del hotel,  hicimos maletas y nos preparamos para salir de emergencia. El gerente del hotel explicaba que había 80 huéspedes", relata.

En los minutos más intensos, detalla, el ‘toro' Odile se calmaba y regresaba con fuerza a azotar puertas y ventanas para entrar por cualquier lugar. Después de la tempestad, llegó la calma.

Al día siguiente las pérdidas eran incuantificables.  Ante el embate, hoteles como El Hyatt quedó en obra negra.

El 15 de septiembre, un día después del paso de Odile, el hotel comenzó de inmediato con las obras de rehabilitación. Aquí no se permitieron un segundo de luto, de silencio, de llanto.

De inmediato comenzaron las labores de limpieza de escombros y basura.

La gente comenzó a saquear la Mega Comercial de San José del Cabo, al igual que cualquier establecimiento.

Permitían la entrada a 50 personas cinco minutos para tomar lo necesario. El abuso no se hizo esperar y hubo quien sacó pantallas planas y cualquier otro electrodoméstico totalmente inservible sin electricidad.

La población no esperaba un huracán de tal magnitud, tampoco imaginaba cómo podía impactar la zona, hasta que lo tuvo encima. 

Hacía más de tres décadas que Los Cabos, Baja California, no recibía un huracán categoría 4. Odile fue la excepción.

Los hoteles sirvieron de apoyo a otros hoteles. Al Posada Los Cabos, en San José del Cabo, comenzaron a llegar huéspedes de otros hoteles, aunque la comida comenzó a ser insuficiente.

El gerente del Hotel Posada Los Cabos, mantuvo informados a sus huéspedes: "no hay vuelos, regresarán a casa en el Puente Aéreo".

Comenzaron a restringir los alimentos y el agua como medida de prevención para días posteriores.

En los hoteles se pidió a los turistas ser conscientes del uso indiscriminado de agua. Las raciones de comida comenzaron a reducirse. Dejaron de poner platos grandes para en su lugar ofrecer vajilla frutera donde podían comer lo necesario para saciar el hambre.

Fue un 15 de septiembre sin vestigios de fiestas patrias. El lobby que había sido acondicionado para tremenda noche mexicana, quedó sin comedor, sin aquellos enormes colgantes de la Campana de Dolores, ni cadenas tricolores de un extremo a otro. Acaso alguna bandera mexicana sobreviviente en los muros  de las paredes dejaba ver la alegría.

En el aeropuerto el Puente Aéreo empezó a funcionar desde el martes 16 de septiembre. Filas de al menos cuatro o cinco horas bajo un sol exigente, extenuante. Funcionarios con chalecos y radio en mano entrando y saliendo, recibiendo instrucciones en medio del apabullante clamor de la  gente por regresar a casa con bebés, personas de la tercera edad, discapacitados y mujeres embarazadas.

Los vuelos internacionales fueron cancelados: la prioridad era sacar a los turistas y a algunos habitantes que aprovecharon el Puente Aéreo para tomar otros vuelos en otros destinos, de ser necesario, y llegar a casa.

Odile arrasó con camastros, desapareció albercas, devastó los ventanales de hoteles, casas y comercios.

"Entre huéspedes empezamos a ser algo más que un alzón de cejas y esbozos de sonrisas. Comenzamos a ser cómplices para apoyarnos y salir adelante. Aún con todo, no pudo quitarnos la sonrisa y el buen ánimo, porque pese a todo... estamos vivos", afirma Graciela.



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