Ya sea por la impresión que dejó Los olvidados de Buñuel en 1951, por la presencia de María Candelaria en su segunda edición (1946) o por la huella de talentos recientes como Guillermo del Toro, el Festival de Cannes y México mantienen viva una historia de amor sin final a la vista.

En su 68ª edición, que se celebra este año, el idilio se plasma en una generosa representación mexicana en las secciones oficiales y paralelas, que se atreven a apostar por los nombres que deberán tomar el relevo de los de González Iñárritu, Cuarón o Arriaga.

Michel Franco, nacido en 1979, es el único director latinoamericano que competirá este año por la Palma de Oro con Chronic, rodada en inglés e interpretada por Tim Roth.

Franco, que ya obtuvo hace tres años el prestigioso premio "Un certain regard" ("Una cierta mirada") de la sección homónima con Después de Lucía, detiene esta vez su mirada en la historia de un hombre que atiende a enfermos terminales en sus hogares.

Otro representante es David de Pablos (32 años), todavía más joven que Franco, que aspira a conseguir ese mismo galardón, también dentro de la Selección Oficial, con Las elegidas.

En la sección paralela de La Quincena de Realizadores se presenta "Allende, mi abuelo Allende", de la nieta del expresidente chileno Marcia Tambutti Allende, coproducción entre Chile y México.

Finalmente, la Semana de la Crítica abre un espacio a los cortometrajes ganadores del Festival de Cine de Morelia: Ramona, de Giovanna Zacarias; Nunca regreses, de José Leonardo Díaz Vega; Porque el recuerdo, de Juan Pablo Gonzalez, y El palacio, de Nicolás Pereda.

Al margen de las películas, Guillermo del Toro porta el estandarte mexicano con su presencia en el jurado de la competición, y Salma Hayek ya se ha llevado todos los flashes gracias a su presencia en Il racconto dei racconti, del italiano Matteo Garrone.

Esta fructífera relación entre el festival de festivales y México se remonta hasta casi sus albores. Pero no siempre fue así.

"Hubo un período de ausencia del cine mexicano en Cannes por una crisis de represión. Fue famoso el escándalo cuando el festival quiso invitar a la película El Topo de Alejandro Jodorowsky, y el Gobierno hizo todo lo posible por que no viniese y no representase a México", explica el experto y director del Festival de Guadalajara, Iván Trujillo.

Desde la Época de Oro (1935-1960), con Emilio Fernández y su María Candelaria a la cabeza, pasando por el éxito de obras mexicanas de Luis Buñuel como Viridiana -con la que ganó la Palma de Oro-, se llega hasta el actual momento de abundancia.

Según datos proporcionados por el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), en 2014 se estrenaron 68 películas mexicanas, y el país produjo un total de 130 filmes.

¿Por qué México es hoy día una referencia obligada en el glamoroso certamen de la Costa Azul? Trujillo se hace a menudo esa misma pregunta.

"No es fácil saberlo. A veces quizás también es cuestión de modas y coincide con los intereses de algunos programadores", aventura el exdirector de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Donde no hay dudas es en que la oferta procedente de ese país se abre a una tremenda variedad de géneros y temáticas, lo que facilita aún más su penetración no solo en Cannes, sino en otros festivales europeos, como Venecia o Berlín.

"Lo interesante es que la diversidad del cine mexicano es tal en estos momentos que uno pensaría que, por la situación que estamos viviendo, se hablaría solo de la violencia, y no es así. Están surgiendo cosas con humor, documentales de buena factura...", dice.

Pero México, en esta edición de Cannes, ha querido salirse de las pantallas. Como reclamo turístico, fue anoche el país anfitrión encargado de organizar la fiesta de inauguración del Mercado del Festival, una las más importantes del certamen. Y, dicen algunos, también se llevó por ella una buena ovación.

sc