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Cerati, las verdades poéticas de un inconformista sin límite

La Nación/GDA| El Universal
18:46Jueves 04 de septiembre de 2014
Cuando termino de grabar un disco, quedo como en blanco, y no puedo evitar pensar que quizá no vaya a volver a hacer algo bueno en mi vida, así pensaba el músico argentino

Mamá sabe bien/ perdí una batalla/ quiero regresar/ solo a besarla. La letra y la música de "Zona de promesas" se vieron resignificadas luego de la versión a dúo que Mercedes Sosa y Gustavo Cerati grabaron para Cantora 2. El tema actuó como bisagra en el primer tramo de la gira de Fuerza natural. Aquel show contó con un diseño matemático para la lista de temas: primero, todas las canciones del nuevo disco; luego, una interpretación intimista de "Zona de promesas" y, finalmente, un paseo por los clásicos del solista.

Quizás por aquel principio de su admirado Luis Alberto Spinetta, "Aunque me fuercen, yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor; mañana es mejor" ("Cantata de puentes amarillos"), Cerati priorizó las nuevas páginas a las hojas que se iban tiñendo de amarillo. Dejó afuera la frondosa discografía de Soda Stereo y sólo incluyo ese tema como homenaje a "La Negra". El gesto no nos sorprendió, claro. Él fue el primero en acelerar a fondo tras la separación del trío que se formó al borde de la pileta de River y terminó a unos metros, en el Monumental, hasta esa burbuja en el tiempo que fue el segundo capítulo.

Luego de probarse solo en un impasse de Soda Stereo con Amor amarillo (93), el álbum surcado por el embarazo y el nacimiento de su hijo Benito (fruto de su relación con la chilena Cecilia Amenábar, con quien también tendría a Lisa, tres años más tarde), Cerati se lanzó con decisión a la carrera solista, tras el mítico "Gracias totales" de 1997.

Bocanada (99) fue el disco que le dio nuevos aires, pero también la confirmación de que quería rodearse de músicos jóvenes. Para esa bocanada de aire fresco recurrió a Leo García, Flavio Etcheto, Fernando Nalé y Martín Carrizo. Hoy, temas de ese álbum como "Tabú", "Raíz, "Puente" y "Paseo inmoral" son inevitables de su repertorio.

Inquieto, el pibe que se crió en Villa Urquiza y jugó al fútbol en las calles de su barrio como cualquier chico de su generación ya había dado muestras de su elasticidad con Colores santos, el disco que realizó con su amigo Daniel Melero en 1992 y con Plan V, el grupo de música electrónica que formó con los chilenos Andrés Bucci, Guillermo Ugarte y Christian Powditch. El mote de vanguardista le sentaba bien, sobre todo en un rock tan conservador como el argentino. Aunque Plan V y otros proyectos electrónicos como Ocio y Roken no fueron más que juegos de seducción del artista con la tecnología: de chico se acostaba junto al "combinado" para que los graves impactaran en su pecho y en sus oídos; de grande se abrazó a las posibilidades de las computadoras personales.

Sin embargo, supo sacarse a tiempo el traje de la vanguardia. Su álbum Ahí vamos (2006; sucesor de Siempre es hoy, de 2002), en el que se reencontró con su amigo Richard Coleman, es una prueba de sus genes rockeros y el último, Fuerza natural (09), la confirmación, con esa pared de tres guitarras que encabezaba Gustavo y secundaban Coleman y Gonzalo Córdoba.

Entre Bocanada y Fuerza natural se puso clásico: en el teatro Avenida registró 11 episodios sinfónicos (2001), un puñado de sus clásicos junto con una orquesta dirigida por Alejandro Terán y lo presentó en el Colón; actuó y compuso la banda de sonido de + bien, de Eduardo Capilla y lanzó Siempre es hoy, con Charly García como invitado.

Entre la masividad y el under, Cerati siempre se mostró como pez en el agua en ambos espacios, como en marzo de 2007 ante 200.000 personas en Figueroa Alcorta y La Pampa (50.000 más reunió en la 9 de Julio con Soda, en el 91) o días antes de iniciar el último tramo de la gira de Fuerza natural en Ultra, un bar del microcentro porteño, en la inauguración de la muestra de fotos de Nora Lezano.

"Cuando termino de grabar un disco, quedo como en blanco, y no puedo evitar pensar que quizá no vaya a volver a hacer algo bueno en mi vida. Lo mismo me sucede con la conformidad. Creo que en los discos que hice con Soda Stereo y en los solistas aún no me acerqué al álbum que quiero hacer. Sé que tengo un plafón mayor que el que queda registrado, y es una sensación que vengo sintiendo desde el primer disco", nos confesó Gustavo hace una década.

Pocas frases lo definieron tan bien como ésa de "Cosas imposibles" que reza: "Siempre es hoy, ya es parte de mi ser". Sin embargo, hoy nos queda dando vueltas una más cercana, de "Déjà-vu": "La poesía es la única verdad, sacar belleza de este caos es virtud". Y vos la tuviste Gustavo.

 



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