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José Vales Desde el Cono Sur

José Vales Corresponsal| El Universal
05:27Lunes 13 de octubre de 2014
Perpetuación y aburrición

En el 2020, todos los bolivianos no mayores de 14 anos no habrán conocido en sus vidas a otro presidente que Evo Morales. Lo mismo le pasa en la actualidad a millones argentinos que cuando les hablan del poder lo relacionan directamente con el único apellido que vieron entronizado en el mismo. Kirchner. No faltan un buen porcentaje de chilenos que nacieron y vivieron en el tiempo de Michelle Bachelet en la presidencia como no faltarán lo uruguayos que cambien de canal si en la noche del 30 de noviembre, al finalizar la segunda vuelta
leen en un título> "Tabaré Vázquez presidente".

Varias generaciones de venezolanos hubiesen estado en las mismas con Hugo Chávez si la muerte no le hubiese dicho basta en el 2013. Similar fenómeno ocurre en Brasil, con 12 anos de gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) ocho de Lula, mientras que su sucesora, Dilma Rousseff, tiene la chance ahora de igualarlo, aunque las cosas para ella no están tan fáciles.

Perpetuación y reincidencia, esa parece ser la consigna o el sello de esta época en Sudamérica, donde la política y los asuntos de Estado se han tornado aburridos, pero no menos importantes. Todo gracias a un crecimiento económico, que encontró a la región desnuda en materia institucional, indefensa ante la espiral de corrupción que es una marca registrada en buena parte de los países y con sociedades a las que medir eso de obligaciones y derechos le importa poco y nada. Todo fruto de décadas de ser vapuleadas social y económicamente.

Evo Morales viene de conseguir un triunfo electoral indiscutible, en un país que crece  raudamente y mejora todos sus índices económicos y sociales. Es un triunfo construido en su gestión donde también la oposición colocó sus buenos ladrillos. Como ocurre en Venezuela o en Argentina, por qué no en Ecuador, los políticos que están en el llano, no sabe, no pueden o no quieren generar una alternativa al poder, que permita la alternancia, que como el agua, es vital para el sistema
democrático.

Por eso la segunda vuelta de los comicios en Brasil, que tendrán lugar el próximo 26 de octubre, se siguen con atención en toda la región. No faltan los analistas que ven en una posible victoria del socialdemócrata Aecio Neves el primer paso para un cambio en la región. Un cambio ideológico que cuanto menos demandará 15 meses. Recién en diciembre de 2015, habrá elecciones presidenciales en Argentina, sin la posibilidad de reelegir a un Kirchner, lo que podría explicar el por qué del espíritu de autodestrucción que gana a la presidenta Cristina Kirchner.

En Bolivia el nuevo estado pluricultural, la bonanza económica y todo aquello que en la revolución de 1952 fue imposible, lleva el rostro de EVO Morales. Un Evo que grita a los cuatro vientos su triunfo antiimperialista y anticolonialista" y que se lo dedica "a Fidel Castro y Hugo Chávez, que en paz descanse". En Brasil, en cambio, se miden dos momentos históricos del país. Aquel Brasil del Plan real, de las privatizaciones, del desempleo, con cierta regeneración institucional que fue el de los ocho anos de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) con el del PT que permitió la inclusión social de más de 60 millones de brasileños, redujo el número de desocupados y mejoró todas las variables sociales, manteniendo vivo los mismos patrones y niveles de corrupción que existían cuando llegó al poder.

Dice el refrán que para muchos, lo malo conocido es mejor que lo bueno por conocer. En el caso de Brasil, todo está más que masticado. Serán las nuevas generaciones, las que sólo conocen a Cardoso y su gobierno por el relato de sus padres o los libros, lo que podrían definir la balanza.

En líneas generales, toda la región aparece presa de sus propias contradicciones y atada a los vicios propios de su dinámica política, que tiene en el clientelismo el único credo en la una época donde "a la ideología se la da por moneditas", con la licencia de Enrique Santos Discépolo.

Los mismos nombres para algunas mejoras y pocos cambios. Así podría sintetizarse el momento que vive Sudamérica, donde la actualidad apelmaza las ideas y donde la revolución o el reformismo por el que se discutía en otras épocas, le dejó el lugar a la perpetuación y a la
aburrición.



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