José Vales Desde el Cono Sur
Abdicar es un verbo casi inservible. Más allá que no allá monarquías, ningún gobernante suele ponerlo en práctica para alejarse del poder, cuando las circunstancias así lo recomiendan. Ejemplos sobran. Alvaro Uribe Vélez, sigue allí, alterando los cánones políticos de un país que necesita paz, al igual que el ex presidente Tabaré Vázquez, en Uruguay, quien ya está listo para intentar un regreso de un lugar del que nunca se fue del todo. El poder.
Todos suenan con permanecer en el poder más allá de lo que la ley establece, Se activan y reactivan los mecanismos de reelección, cada vez que sean necesarios. Así Evo Morales, volverá a intentar su tercer mandato, en Bolivia, y en Ecuador, Rafael Correa, que había prometido en febrero de 2013 que este sería el último período, ya prepara las baterías legales para reincidir en el cargo.
En Chile, Michelle Bachelet, ya lleva unos meses de regreso y el chavismo, salvo el deceso de su líder máximo, no se tomó ni vacaciones a lo largo de los últimos tres lustros.
En Argentina, en cambio "La Reina Cristina", tal el nombre de una sus biografías, tiene mandato hasta el 10 de diciembre de 2015 pero viene haciendo todo lo posible para no abdicar del poder, más allá de esa fecha. Desde diciembre pasado, puso toda su energía disponible en
En pocos meses la mandataria que se ufanaba de haber conseguido la independencia económica, que nacionalizó los fondos de pensión e YPF, alteró las estadísticas con el fin sagrado de que la población viva en un éxtasis consumidor, terminó acordaron con Repsol, firmando un acuerdo por demás ventajoso para la multinacional Chévron y pagando más de dos mil millones de dólares en intereses punitorios al Club de París, en una negociación del ministro de Economía, Axel Kicillof, que por momentos parece irrisoria.
Ese tipo de acuerdos se suelen hacer con quitas de capital importantes, con plazos superiores a los 10 anos y en otros términos. Pero en el Club de París, todavía no salen de su sorpresa, por la rapidez y características del acuerdo,. En cinco cuotas, de las cuales cuatro deberá afrontar el próximo gobierno. Demasiado rápido para un hombre como Kicillof, que se muestra como el fiel exponente de la calidad universitaria argentina y se autodefine como marxista, Y es que en un país que vive devaluado, hasta se busca permanentemente como hacer para que Carlos Marx, aparezca "si o si"en una remasterización del tango "Cambalache". Después de todo, su autor, Enrique Santos Discépolo, alguna vez, como todos aquí, alguna vez fue peronista.
Todo tiene una lógica. Argentina, necesita con urgencia volver al mercado de crédito y enfrentar el pleito en Estados Unidos por la deuda con los fondos buitres. De allí, que el gobierno busco dar una señal rápidamente. La presidenta corre el riesgo de tener un final de
Todo esto en un escenario político complicado por el inminente procesamiento judicial del vicepresidente, Amado Boudou, por los presuntos delitos de corrupción.
Boudou deberá declarar ante la Justicia el próximo 15 de julio en carácter de imputado. Justo el día que oficiará de presidente interino. Las evidencias en su contra son muchas y elocuentes. Muchos se preguntan por qué el gobierno lo sigue sosteniendo y ya aparecen las voces de que el, en el momento de los hechos ministro de Economía, no actuó sólo sino por órdenes superiores.
Se lo acusa de haber querido comprar, a través de testaferros, la imprenta Ciccone Calcográfica, la única con capacidad para imprimir papel moneda que se encontraba quebrada. El Banco Central necesitaba imprimir billetes y el contrato con el Estado sería millonario. Hasta ahora Boudou no admitió nada, pero llama la atención la defensa cerrada del gobierno decido, contra lo que indica el manual, a soportar semejante lastre.
Y es que de confirmarse esas versiones, si Boudou decide transferir responsabilidades hacia sus superiores de hoy (Cristina) y de ayer (Néstor Kirchner), los argentinos podrían comenzar a conjugar con fuerza el verbo abdicar y no por lo que queda de gobierno, sino por la
jram
evitar un descalabro económico, fruto de una gestión económica basada en el despilfarro y en la carencia de planificación.
gestión traumático, si el país cae en default, algo que hoy por hoy, hasta los más ortodoxos economistas como el ex viceministro Daniel Marx (nada que ver con el autor de "El Capital") descartan. Semejante golpe de timón, sólo es posible que suceda así, de esta manera, sin
sorprender a nadie, bajo el paraguas conceptual del peronismo.
altísima cuota de poder que el kirchnerismo espera retener más allá del 2015.