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J. Jaime Hernández Agenda Washington

J. Jaime Hernández| El Universal
08:05WASHINGTON | Lunes 02 de junio de 2014
La semana que inicia en Estados Unidos es como de botica. Es decir, un poco de todo

La semana que inicia en Estados Unidos es como de botica. Es decir, un poco de todo. Tras la liberación del soldado Bowe Bergdahl, a cambio de cinco prisioneros afganos que, al igual que el sargento estadounidense, languidecían en las celdas de Guantánamo, el presidente Barack Obama aguantaba el chaparrón que se ha desatado desde el vecindario republicano que le acusan de haber violado la ley en este singular intercambio.

Desde la Casa Blanca, la defensa de su decisión ha pasado por la integridad física del único soldado estadounidense que permanecía en manos de los talibanes. O se apuraba el intercambio, o el soldado Bergdahl corría el riesgo de morir en cautiverio, una posibilidad infinitamente más arriesgada que la de enfurecer a los republicanos por su decisión de no informar al Congreso antes del operativo que ha devuelve a este militar al seno familiar.

Por si no fuera preocupante este nuevo choque entre la mayoría republicana en la Cámara de Representantes y la Casa Blanca, algunos de los viejos camaradas del sargento Bergdhal han comenzado a hablar para dejar al descubierto una historia poco edificante que  pone en entredicho la heroicidad y estoicismo de este soldado.

Resulta ser que, algunos de los compañeros de filas de Bergdahl han recordado que la captura de su camarada se produjo luego de que éste se escabullera de la unidad a la que había sido asignado. Desilusionado con la causa militar, Bergdahl se había aventurado en territorio enemigo sin imaginar que se convertiría en una moneda de cambio que ha salido demasiado cara.

Primero, con una de las operaciones de búsqueda más costosas -que incluso puso en riesgo la vida de algunos de sus compañeros-, y luego con un intercambio que hoy es causa de una confrontación entre la Casa Blanca y el Capitolio.

Una vez resuelto este triste capítulo, en el que Estados Unidos ha conseguido poner fin al calvario del único soldado preso en Afganistán -pero además terminar con el suplicio de cinco prisioneros que permanecían olvidados en Guantánamo-, el presidente Obama se prepara para un segundo asalto sobre el Congreso.

En este caso, se trata de una de sus más osadas medidas para combatir el calentamiento global. En un anuncio, que ya ha desatado las iras y críticas de quienes le acusan de no sólo ignorar al Congreso, sino de poner en riesgo la recuperación económica, el presidente Obama anunciará sus planes para reducir en un 30% la emisión de gases invernadero para el 2030.

Este plan, que los republicanos han considerado como una declaratoria de guerra que les permitirá recuperar el control del Senado, pasa por una mayor regulación de las plantas productoras de carbón a las que se considera las principales sospechosas de la emisión de dióxido de carbono.

Al final de su primer año de gobierno, el presidente Obama había viajado a Copenhague para participar en una cumbre sobre cambio climático. En aquel entonces, la incapacidad de China y Estados Unidos para forjar acuerdos y comprometerse a una sustancial reducción de las emisiones de dióxido de carbono, habían hecho fracasar esa cumbre por adelantado.

Desde entonces, las promesas de Obama a favor del medio ambiente y contra el calentamiento global, se habían mantenido en el congelador. Hasta que una racha de tormentas monstruos, de tornados e inundaciones obligaron al presidente Obama a retomar una promesa de campaña que intentará hacer realidad en la última fase de su segundo mandato.

Finalmente, el presidente partirá esta misma noche a Polonia. Su visita a Varsovia forma parte de una ambiciosa gira que tendrá como objetivo sumarse a los actos para conmemorar el 70 aniversario del desembarco de Normandía, en Francia.

Aunque el acto es un cónclave histórico de los aliados, se espera que al evento acuda el presidente ruso, Vladimir Putin, quien esta obligado a estar presente dado el papel fundamental que jugó Rusia en el desenlace de la Segunda Guerra Mundial, a pesar del revisionismo histórico de Hollywood.

Nadie espera un encuentro bilateral entre Obama y Putin. Y, a pesar de ello, muchos tienen la esperanza de verlos cara a cara. Sería sin duda, la imagen de dos adversarios que estos días parecen rondar las ascuas de la Guerra Fría en un momento en que Europa recuerda el día que marcó hace 70 años el principio del fin para las ambiciones de Hitler y la locura de un genocidio que hoy sigue pasando factura.

 



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