J. Jaime Hernández Agenda Washington
En una semana, que durará lo que permiten los preparativos del Día de Acción de Gracias, con actividad legislativa hasta el próximo jueves, muchos son los que se preguntan el tipo de acciones que anunciará el presidente, Barack Obama, para aliviar la situación de millones de indocumentados.
Aunque líderes del partido demócrata, como Harry Reid, le han pedido al presidente no precipitarse en sus acciones, la Casa Blanca y un importante sector del partido saben que el tiempo de espera juega hoy en su contra.
La cobardía mostrada por los demócratas ante la comunidad migrante, ya les pasó una dolorosa factura en las pasadas elecciones de medio término.
El darle la espalda a los migrantes les valió el abandono del electorado hispano (con una caída de más de 9 puntos porcentuales) y de ese electorado asiático que se ha unido a los latinos en la lucha por los derechos de los inmigrantes.
De hecho, algunos consideran que el gran error de Barack Obama y los demócratas fue la decisión de postergar las acciones ejecutivas que pasarían por una ampliación del Programa de Acción Diferida (DACA) que ya ha beneficiado a más de 700 mil hijos de indocumentados y que podría extenderse hasta casi 3 millones de personas.
Voces como el ex presidente, Bill Clinton, uno de los estrategas políticos más brillantes de la historia moderna, se suman a quienes hoy creen que el dejar los hispanos en la estacada de la reforma migratoria incumplida es uno de los peores errores de cálculo del presidente Obama.
Por ello mismo, lo más probable es que el presidente anuncie a la brevedad una serie de medidas que podrían pasar por la extensión de DACA, con especial énfasis a los casos de inmigrantes que tienen una familia, que han vivido durante varios años en Estados Unidos y que no tienen un record criminal.
Desde la Casa Blanca consideran este tipo de medidas no sólo como una deuda, sino como una tabla de salvación para un partido demócrata que comienza a vislumbrar un complejo escenario electoral de cara a las presidenciales del 2016.
De hecho, hay quienes aseguran que la coalición de fuerzas que llevaron a Obama a la Casa Blanca en 2008, se encuentra hoy en peligro. Los pésimos resultados de las pasadas elecciones, dejaron al descubierto las fisuras de una base electoral que se ha desgajado ante los errores de cálculo de Obama y la cobardía de muchos demócratas que prefirieron huir del presidente durante sus actos de campaña para no contaminarse con su falta de popularidad.
En las presidenciales de 2012, el partido demócrata y Barack Obama apostaron por un arduo proceso de reconciliación con la comunidad hispana, que se había distanciado del partido demócrata tras una de las más brutales campañas de redadas y deportaciones desde la década de los 30.
Más de dos millones de deportados colocaban a Obama y los demócratas en una situación difícil de explicar ante una base electoral hispana que le respaldó de forma incondicional en las presidenciales del 2008.
Sin embargo, y al igual que hicieron en el 2008, los demócratas y Obama fueron lo suficientemente hábiles para reconquistar esa coalición en 2012 para hacerse con el voto del 95% del electorado afroamericano, el 67% del voto hispano y el 62% del asiático.
Hoy, esa misma coalición, ha dejado de creer en las medias verdades de Barack Obama. De ahí la urgente necesidad de cumplir ante la comunidad migrante con una serie de órdenes ejecutivas que significarán una declaratoria de guerra frente a los republicanos.
Pero, ante la disyuntiva de enfrentar a los republicanos en el Congreso o ser abandonado a su suerte por la base electoral hispana y asiática, el presidente Obama y los demócratas han sacado sus propias cuentas. Ha llegado el momento de arriesgar el todo por el todo y evitar que los republicanos aprovechen este momento de frustración y decepción para arrebatarle a los demócratas esa base electoral que Obama y los demócratas han pastoreado con elevados grados de impunidad.
Aunque el anuncio de estas órdenes ejecutivas podrían producirse esta misma semana, antes del receso legislativo del día de acción de gracias, tampoco se descarta que el presidente aguarde hasta una fecha posterior que, en todo caso, no podría ir más allá del 31 de diciembre.
Entre otras cosas porque, la suerte de los demócratas en las presidenciales del 2016, está en juego.