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J. Jaime Hernández Agenda Washington

J. Jaime Hernández| El Universal
08:15WASHINGTON | Lunes 08 de septiembre de 2014
Como un niño que se revuelve entre las sábanas incapaz de conciliar el sueño, Estados Unidos vive esta semana como el regreso de una vieja pesadilla

Como un niño que se revuelve entre las sábanas incapaz de conciliar el sueño, Estados Unidos vive esta semana como el regreso de una vieja pesadilla. Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, que creía en el pasado, han vuelto como una resaca maldita entre temores de un nuevo atentado que ha puesto en guardia a sus servicios de inteligencia.

La amenaza que representa el Estado Islámico, esa fuerza de combatientes yihadistas que hoy extienden sus dominios en Siria e Irak y han conseguido incluso hacerse con las lealtades de al menos 200 ciudadanos de Estados Unidos y más de 500 del Reino Unido, se han convertido en la peor de las pesadillas convertidas en realidad.

A este miedo metido en el cuerpo han contribuido de forma diligente los grandes medios de comunicación que se han dejado arrastrar por ese clima de histeria que lo amplifica y distorsiona todo. La trivialización de la amenaza terrorista se ha convertido en un fenómeno que molesta a unos y fascina a otros. La necesidad de contar con un enemigo identificado y los excesos en su presentación mantienen a los ciudadanos en un duermevela hipnótico y fastidioso.

En este ambiente de mal agüero, el presidente Barack Obama ofrecerá éste miércoles a la nación la fórmula para combatir a esa nueva amenaza terrorista del Estado Islámico. Después de reconocer que no tenía aún una estrategia para enfrentar a la que quizá sea la peor amenaza contra la seguridad nacional de Estados Unidos en los últimos 13 años, el presidente ofrecerá los detalles de este plan para combatir a las fuerzas del Estado Islámico.

Aunque la Casa Blanca no ha ofrecido ningún detalle por adelantado, una cosa es segura. El mensaje del presidente buscará dar contenido a la frase que ya deslizó el vicepresidente, Joe Biden, al asegurar que Estados Unidos perseguirá "hasta las puertas del infierno" a los yihadistas radicales del EI.

Más allá de la retórica grandilocuente, la estrategia que dará a conocer el presidente Obama no puede recurrir a la vieja del receta del pasado. Esa que utilizó su antecesor en el cargo, George W. Bush, para empeorar aún más las cosas en Irak y Afganistán.

En otras palabras, el bombardeo sistemático y el despliegue de efectivos en el teatro de operaciones han dejado de ser la solución. Entre otras cosas, porque las fuerzas del Estado Islámico, que algunos cifran entre 25 mil y 80 mil, han hecho de la doctrina contrainsurgente su mejor arma de combate.

"Las fuerzas del EI son muy flexibles y han aprendido nuestras estrategias", aseguró hace poco John Kirby, el portavoz del Pentágono, al reconocer que entre los mandos del EI hay elementos que formaron parte de las fuerzas armadas de Irak que fueron entrenadas por Estados Unidos.

El general Stanley McChrystal, el general que cayó en desgracia tras criticar la estrategia del presidente Obama en Afganistán en 2010; el hombre a quien muchos atribuyen el éxito de la estrategia contraterrorista y contrainsurgente en Irak y Afganistán, ha visto como su escuela ha tenido un enorme éxito entre las fuerzas extremistas del EI.

Con este escenario de pesadilla, el presidente hablará de la larga y tortuosa lucha que Estados Unidos tiene ante sí para derrotar a las fuerzas del Estado Islámico, una entidad que ha llegado para reemplazar a la amenaza de Al Qaeda. Una fuerza que ha mutado a golpe de intervención militar y falla en el cálculo político de Estados Unidos, para obligar al gobierno de Barack Obama la revisión de su estrategia en Irak, Afganistán y ahora en Siria.

Precisamente, el hecho de que el EI sea una amenaza que trasciende fronteras, obligará a Estados Unidos a demandar la colaboración de países aliados en el seno de la OTAN y de otros que tienen un interés por razones de proximidad como Turquía, Jordania o Líbano.

Pero también, de países que han sido sus tradicionales enemigos, como el régimen de Irán que parece frotarse las manos ante una oportunidad única para elevar el listón de sus demandas (principalmente su programa nuclear) ante Estados Unidos.

¿Hasta qué punto Teherán y Washington serán capaces de ponerse de acuerdo para tratar de borrar del mapa al Estado Islámico?. Sólo el tiempo lo dirá.

 



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