J. Jaime Hernández Agenda Washington
Aún faltan casi dos años para las presidenciales del 2016 y, a pesar de ello, una de las candidatas que muchos consideran inevitable, Hillary Clinton, se ha convertido en objetivo de ataques de nada menos que el gurú electoral del partido republicano, Karl Rove.
Para Rove, la salud de Hillary Clinton es un asunto legítimo que debería ponerse sobre la mesa. Después de todo, podría convertirse en la mujer más poderosa de Estados Unidos a partir de 2016.
La forma tan sibilina y maliciosa en que Rove ha lanzado la pregunta, ha causado sin embargo indignación y hasta estupor entre quienes ven en esta estrategia una vulgar estratagema para descabalgar a Hillary Clinton antes de tiempo.
Para políticos de gran peso e influencia, como el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, la insidiosa campaña de Rove es indigna de los republicanos. De hecho, considera que los comentarios de Rove parecen obra de una persona dañada del cerebro.
"Yo entiendo que alguien te pueda cuestionar por tus ideas políticas. Pero también creo que hay ciertos límites que no deberían traspasarse", aseguró ayer Bloomberg en el inicio de una intensa tormenta de críticas contra Rove.
Menos indulgente se mostró la senadora demócrata, Dianne Feinstein, una de las mujeres más influyentes en el Congreso:
"Es una estupidez", soltó Feinstein para descalificar así la estrategia de los republicanos que parecen empeñados en sembrar dudas sobre las capacidades mentales de una mujer que en 2008 era considerada como la candidata inevitable del partido demócrata para contender por la presidencia.
A pesar de la indignación en ciertos sectores del partido demócrata, el presidente del Comité Nacional del partido republicano, Reince Priebus, decidió ayer respaldar la campaña de Karl Rove al considerar que la salud o la edad son asuntos legítimos cuando se trata de elegir a quien será presidente de Estados Unidos a partir de 2016.
Sin embargo, Priebus se apresuró a señalar que, aunque la salud y la edad son temas legítimos en cualquier contienda por la Casa Blanca, en el caso de Hillary Clinton su récord como Secretaria de Estado es quizá el que más atención y ataques recibirá de los republicanos que se han empeñado en presentar a Hillary no sólo como una mujer aquejada de salud, sino también incompetente.
"Hillary tendrá que responder por los errores en los ataques terroristas en Bengasi o por no haber considerado como una amenaza terrorista al grupo de Boko Haram en Nigeria", consideró Priebus.
En el inicio de una semana que seguirá generando pronunciamientos a favor y en contra de Hillary Clinton, el presidente Barack Obama seguirá atento a los preparativos de las elecciones en Ucrania y a la situación en la franja fronteriza con Rusia que sigue siendo un polvorín ante la actitud desafiante de grupos separatistas.
Por cierto, la crísis en Ucrania también es considerada como uno de los conflictos que Hillary Clinton fue incapaz de atisbar mientras fungió como Secretaria de Estado.
En este contexto de enfrentamientos prematuros, para dilucidar el futuro de Hillary Clinton, llegará de visita a esta ciudad el presidente del Comité Ejecutivo del PRI, César Camacho, para participar en una conferencia en el Consejo Atlántico.
La gira de Camacho se produce luego del escándalo del líder del PRI en el DF, Cuauhtémoc Gutiérrez, quien la semana pasada fue informado del proceso iniciado en su contra para expulsarlo de las filas partidistas. Esta decisión, que muchos ven como un acto tardío a favor de limpiar al PRI capitalino, será un tema que no podrá evitar César Camacho.
Sobre todo cuando, nada más recuperar el PRI la presidencia, algunos funcionarios del Departamento de Estado decidieron concederle el beneficio de la duda a una formación política que parecía muy distante de las viejas prácticas corruptas y autoritarias del pasado.
Para algunos académicos y funcionarios del Departamento de Estado, el caso de Cuauhtémoc Gutiérrez se ha convertido en la mejor prueba de que el PRI sigue lastrado por las viejas prácticas. Entrampado entre la modernidad que prometió el gobierno de Enrique Peña Nieto y el desaseo de líderes que se han convertido en una vergüenza y en un obstáculo hacia la rendición de cuentas, la transparencia y la gobernabilidad democrática.