El gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC anunciaron esta semana, tras 18 meses de arduas negociaciones, haber completado la mitad de la agenda de su diálogo de paz con un acuerdo sobre el espinoso tema de las drogas ilícitas.

El convenio, anunciado el viernes y calificado por algunos como histórico, demandó intensas jornadas, no menos polémicas que las que condujeron a otros dos acuerdos anteriores sobre participación política y desarrollo agrario integral.

Miles de colombianos, entre ellos el presidente Juan Manuel Santos, celebraban este sábado con optimismo los acuerdos logrados entre el gobierno y la guerrilla en el cuarto punto, tercero en discusión, de la mesa de conversaciones instalada en La Habana.

"Esto es lo más lejos que jamás se haya llegado en el camino para terminar esta guerra" , dijo Santos en un mensaje conocido aquí, y agregó que aún quedan dos puntos cruciales: la reparación a las víctimas y las condiciones de terminación del conflicto.

Sin embargo, todavía falta un largo camino por recorrer en este diálogo al que se le había vaticinado un año de duración pues faltan temas no menos importantes por resolver entre ambos bandos, cuyos negociadores fueron incluso espiados telefónicamente desde Bogotá.

El sorpresivo anuncio sobre narcotráfico y cultivos ilícitos se formalizó al concluir el 25 ciclo de las conversaciones iniciadas en noviembre de 2012 para poner fin al conflicto armado de más de medio siglo en el país sudamericano.

Más de 50 años de conflicto armado ha dejado a Colombia un saldo de entre cuatro y cinco millones de desplazados, 220 mil muertos y 25 mil desaparecidos.

Para muchos analistas, uno de los puntos más destacados del acuerdo es el compromiso de las FARC de romper nexos con el narcotráfico, una vez se selle el pacto final de paz con el gobierno colombiano como quedo plasmado en el comunicado conjunto suscrito la víspera.

El acuerdo también contempla la realización de planes de desarrollo alternativo en las zonas de cultivos ilícitos, erradicación de los mismos, la eliminación de minas antipersonales de vastas zonas del país, así como programas de prevención del consumo de drogas.

En Colombia, uno de los principales productores de hoja de coca del mundo y desde donde se exporta cocaína a Estados Unidos y Europa, el tema de las drogas es muy sensible porque además los recursos del narcotráfico han alimentado en los últimos años el conflicto armado.

El punto del narcotráfico y los cultivos ilícitos en la agenda de negociación con las FARC había generado muchas expectativas en el gobierno de los Estados Unidos una fuente importante de ayuda extranjera para Colombia en la lucha antidrogas.

Al hablar al país por televisión, el presidente Santos celebró el acuerdo al que se llegó en La Habana y ponderó el avance de la negociación con las FARC, la principal guerrilla del país con unos siete mil combatientes.

En realidad podría decirse que la jornada del viernes 15 de mayo fue una de las más productivas, pues el anuncio del acuerdo en materia de drogas y cultivos ilícitos se unió a la declaratoria de un cese al fuego unilateral por parte de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) .

La tregua deberá cumplirse del 20 al 28 de mayo, con motivo de las elecciones presidenciales del día 25 en las que Santos aspira a reelegirse, aunque es seguido de cerca por su principal contendor, el ex ministro Oscar Iván Zuluaga, apoyado por el ex presidente Álvaro Uribe.

Analistas consultados por Notimex opinaron que este acuerdo sobre el narcotráfico y las drogas ilícitas y la tregua de acciones guerrilleras podrían estar enfilados a favorecer en los comicios a Santos, quien ha estado bajo el fuego de los opositores al proceso de paz.

Estos observadores creen que en esta ocasión, las rebeldes FARC han mostrado su voluntad de paz y a la vez su preocupación de que si Zuluaga gana las elecciones, el proceso de paz quede trunco.

ahd