Barack Obama, un liderazgo en entredicho
GALES. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, el premier británico, David Cameron, el presidente de EU, Barack Obama, el presidente rumano, Traian Basescu, y el mandatario búlgaro Rosen Plevneliev. (Foto: MATT DUNHAM / AP )
WASHINGTON.— Al cumplir seis años en la oficina oval de la Casa Blanca, el liderazgo de Barack Obama se ha convertido en un valor de errático comportamiento en el mercado de las percepciones.
Si se tratara de un producto más en el mercado bursátil, podría decirse que su liderazgo registró el pasado viernes una recuperación asombrosa tras la firma de un histórico pacto en el seno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para mantener a raya los planes expansionistas de Rusia en el Báltico y cavar la futura tumba del Estado Islámico (EI) en Irak y en Siria.
En este caso, los más veteranos estrategas han coincidido en señalar que Obama únicamente echó mano de su vieja receta del multilateralismo que nació el mismo día que prometió sepultar el unilateralismo militarista que convirtió a Estados Unidos en la nación peor valorada en Europa, América Latina y el mundo árabe desde el año 2000, según el sondeo global de opinión realizado por Pew Research en diciembre de 2008.
“Frente a las crisis en Rusia y la amenaza del Estado Islámico, el presidente Obama ha insistido en que el multilateralismo es la mejor respuesta. No podemos convertir esta lucha en Estados Unidos contra Rusia o el Estado Islámico. Tiene que ser el mundo contra las acciones ilegales de Rusia y la amenaza terrorista del Estado Islámico”, aseguró un alto funcionario de la Casa Blanca.
Sin embargo, sólo un día después del éxito registrado en Gales en el seno de la OTAN, el presidente registraba un duro descalabro en casa. Su decisión de posponer la implementación de órdenes ejecutivas para aliviar la situación de millones de indocumentados le valió una ola de condena y rechazo desde la base electoral hispana, una de las más leales, pero también una de las más dinámicas y cambiantes.
“Ha sido una traición”, declaró sin ambages Arturo Carmona, director de la organización Presente.org para transmitir el enojo y la frustración entre una base en la que el liderazgo de Obama ha sufrido un duro descalabro.
“Ésta ha sido una muestra más del fracaso del liderazgo político en Washington”, consideró a su vez Pablo Alvarado, de la Red Nacional de Jornaleros.
Tras este hecho, el liderazgo que el mandatario parecía haber recuperado el viernes en el mercado de las percepciones, registró un nuevo desplome entre la comunidad hispana. Aunque es muy pronto para saber las consecuencias que esta decisión tendrá en el corto y mediano plazo, el liderazgo de Obama se ha convertido en un producto a merced de caprichosos ciclos electorales.
Lejanos se antojan hoy los actos de campaña del 2008, cuando Obama era considerado un político fuera de serie y con un carisma que envidiaban no sólo los políticos de su generación, sino las grandes estrellas del rock.
Hoy, Obama se ha convertido en un político del que rehuyen sus propios correligionarios en actos de campaña. Nadie desde Richard Nixon había conseguido ahuyentar a tan numeroso grupo de políticos en busca de su ayuda para asegurar una victoria en las urnas.
Hasta hace apenas dos años, los más entusiastas simpatizantes del presidente Obama aseguraban que sus logros políticos legislativos en los primeros años de su mandato rivalizaban con los de políticos de la estatura de Abraham Lincoln o de Franklin D. Roosevelt.
Hoy, a sólo dos años de culminar su mandato y con sólo 38% de respaldo popular —según la más reciente encuesta de Gallup—, Obama se encuentra bajo el agua en términos de aceptación popular. Y a pesar de los logros obtenidos en la pasada cumbre de la OTAN en Gales, no está claro que su liderazgo consiga recuperar el terreno perdido desde que asumió la presidencia en aquel frío enero del 2009.
A sólo dos meses de las elecciones legislativas, en las que los demócratas lucharán con uñas y dientes para mantener el control de la mayoría en el Senado, el estado de la economía sigue dando muchos quebraderos de cabeza a un presidente que sabe muy bien que los ciudadanos votan con los bolsillos, independientemente de las buenas o malas calificaciones del jefe de Estado como líder internacional.
Durante los últimos dos ciclos electorales la economía fue el motor que movió a los electores. La falta de empleos y la lenta recuperación de la economía dificultó la reelección de Obama en 2012 pero, al final, la mayoría decidió concederle una segunda oportunidad ante unos indicadores que confirmaban que lo peor de la recesión había pasado en el país.
Aunque Obama ha hecho de su defensa a favor de elevar el salario mínimo y de la clase media el más importante eslogan de campaña de los demócratas, algunos estrategas sugieren que por primera vez en mucho tiempo no sólo la economía, sino el papel de Estados Unidos en las crisis de Siria, Irak y Ucrania podrían jugar un papel mucho más importante de lo que se espera.
“Por primera vez en mucho tiempo, la política exterior, de defensa y de seguridad nacional podrían estar de nuevo de regreso en la agenda de los electores”, consideró Glen Bolger, un experto en demoscopia vinculado al Partido Republicano.
“Los últimos acontecimientos en Ucrania o en Irak y Siria sin duda van a jugar un papel muy importante, especialmente entre los electores indecisos de varios estados que serán cruciales en la lucha por el Senado”, añadió.
De ser esto cierto, el éxito de Obama en la cumbre de la OTAN en Gales es una buena noticia. Sin embargo, desde el Partido Demócrata están convencidos de que, a pesar de la incidencia de la política exterior, o de temas de seguridad nacional, en el próximo ciclo electoral, la economía seguirá jugando un papel clave en la nación.
Por ello mismo, la mayoría de los estrategas vinculados al Partido Demócrata consideran que la campaña que arrancó Obama la semana pasada desde Milwaukee, donde urgió al Congreso a favor de un salario mínimo que pase de los 7.25 a los 10.10 dólares la hora, se mantendrá a todo vapor hasta noviembre próximo.
Con todo y ello, desde la Casa Blanca sus operadores y estrategas están muy atentos ante la eventual aparición de lo que en el argot electoral se conoce como la “sorpresa de octubre”, un acontecimiento internacional que podría inclinar a última hora el fiel de la balanza que por el momento favorece a los republicanos en la Cámara de Representantes y en el Senado.
Con esto en mente, el presidente y el secretario de Estado, John Kerry, harán todo lo posible para que los logros obtenidos en Gales, en el marco de la cumbre de la OTAN, se consoliden durante la próxima Asamblea General anual de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde un nuevo golpe de suerte y liderazgo por parte de Obama consigan demostrar su buena estrella en el ciclo electoral que culminará en noviembre con unos resultados que decidirán la relación de poder entre el ejecutivo y el legislativo en los últimos dos años de la presidencia Obama.