PRETORIA, Sudáfrica.— Las 95 mil localidades que tiene el estadio Soccer City de Soweto, en Johannesburgo —el mismo en el que Nelson Mandela apareció públicamente por última vez en la clausura del Mundial de Futbol del 2010—, no serán suficientes para albergar a las miles de personas que se espera acudan hoy a la ceremonia religiosa en honor de Nelson Mandela.

Por eso los organizadores se han visto obligados a habilitar tres estadios más que contarán con pantallas gigantes de televisión, a través de las cuales se podrá seguir la retransmisión del evento en directo: los estadios de Orlando Pirates y Maroco, y el Ellis Park en el centro histórico de Johannesburgo, el campo de rugby donde Mandela, recién llegado a la presidencia, entregó en 1995 la copa que acreditaba a Sudáfrica como campeona del mundo ante Nueva Zelanda. Un histórico partido de futbol en el que por primera vez blancos y negros animaron juntos a la selección nacional.

Ayer, durante todo el día los operarios estuvieron trabajando sin parar. Para garantizar la seguridad, la principal preocupación del gobierno de Jacob Zuma, se ha optado por cerrar todas las calles aledañas al tráfico y serán autobuses los que trasladarán a los ciudadanos a los respectivos estadios desde determinados puntos. Se calcula que entrarán unas 2 mil personas cada hora; cuando los cuatro recintos se llenen, no se permitirá el paso de nadie más.

Sin embargo, los organizadores temen que el espacio no sea suficiente. Desde hace unos días ni en Johannesburgo, la capital financiera de Sudáfrica, ni en Pretoria, la capital política, hay habitaciones libres en los hoteles tras la llegada de miles de personas desde todo el país para dar su último adiós a Tata Mabida, como se le conoce cariñosamente. Y es que todos, blancos y negros, judíos y musulmanes, pequeños y mayores, ricos y pobres, han querido estar en la despedida de quien fue el verdadero padre de Sudáfrica.

Tampoco habrá espacio para los periodistas y la mayoría no podrá trabajar desde un lugar destinado a la prensa. La organización prevee unos 2 mil 500 entre redactores, camarógrafos y fotógrafos, pero sólo ha reservado 100 lugares para los representantes de los medios de comunicación.

Al menos 91 presidentes y 10 ex jefes de Estado acudirán a la ceremonia, según confirmó ayer Clayson Monyela, vocera del Ministerio de Exteriores sudafricano, además de representantes de casas reales, líderes de organizaciones internacionales y artistas. “El mundo entero viene a Sudáfrica”, decía ayer Monyela en una rueda de prensa. “Reyes y reinas, príncipes y princesas”...

Las ausencias serán contadas. Faltarán el Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet y amigo de Mandela, ni el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, pues según el gobierno el viaje costaría un 1.5 millones de euros por el elevado coste que supone garantizar su seguridad.

Entre quienes ya han confirmado su asistencia figuran el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y dos sus antecesores George W. Bush y Bill Clinton, fue gran amigo de Mandela. También asistirán el presdiente cubano Raúl Castro, el líder palestino Mahmoud Abbas y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien anoche desde Sudáfrica dijo que Mandela fue un “gigante de la justicia, igualdad y humanidad”.

Y por supuesto, estará toda la familia Mandela, quien ayer hacía público un comunicado en el que agradecía las muestras de cariño recibidas, reconocía la tristeza que les embarga, y se mostraba convencida de que el clan “no desaparecerá”. “Mandela es una flor y continuará floreciendo para pedir al mundo que mantenga su sueño vivo”, añadía.

En revelaciones a la BBC, Makaziwe Mandela dijo que “hasta el último momento él nos tuvo, sabe... Los hijos estaban allí, los nietos estaban allí, Graça (su esposa) estaba allí, estuvimos a su alrededor todo el tiempo e incluso en el último momento, estuvimos sentados con él todo el jueves” , declaró.

También ayer se sucedieron las muestras de cariño al líder sudafricano. Desde las grandes ciudades hasta los pueblos más recónditos, miles de ciudadanos llevaron a cabo homenajes con flores, cánticos, bailes, música y rezos para despedir a su líder, pese a las intensas lluvias que cayeron en algunos lugares de Pretoria y Johannesburgo. La entrada de la casa de Mandela en Johannesburgo fue un continuo peregrinar de personas que hicieron todavía más grande el altar de flores que hay a las puertas de la vivienda.

Tras la ceremonia de hoy, el cuerpo de Mandela, que permanece en el Hospital Militar, se trasladará el miércoles a Pretoria a la sede del gobierno, el llamado Union Buildings, y durante tres días desfilará por las calles de la ciudad para que los sudafricanos puedan rendirle el último homenaje.

El sábado viajará a la pequeña localidad de Qunu, en el sureste del país, donde Mandela creció y donde el domingo será enterrado tal y como él mismo pidió.