Buena parte de la política sudamericana, parece ingresar en una etapa de definiciones. A la campana en Chile que le quedan tan sólo tres semanas, casi lo mismo que le queda al presidente Juan Manuel Santos para salvar algo de su proyecto reeleccionista.

Poco menos de una semana, le resta al kirchnerismo para ver como un producto de su escudería les arrebata la provincia de Buenos Aires y, de paso, se erige en el principal candidato a la sucesión.

A esta altura de la campana chilena, el desgaste más grande es de la candidata oficialista, Evelyn Mathei, quien se trabó en una disputa sin cuartel con el candidato independiente, Franco Parisi. Una situación que parece desafiar todos los manuales del marketing electoral, porque la candidata de la coalición de derecha, debe descontarle terreno, no a Parisi, sino a la ex presidenta Michelle Bachelet, quien sigue su camino sin grandes sobresaltos.

En cambio en Colombia, el desgaste es todo de Santos, quien recién este fin de semana, parece haber recibido una bocanada de aire fresco, cuando vio que el ex presidente Alvaro Uribe, decidió que el candidato de su partido, sea elegido por una convención y no por comicios internos. Una muestra más de que al controvertido ex presidente, que tiene a su hermano, Santiago, aparece cada vez más involucrado con el paramilitarismo.

Pero ninguno de estos obstáculos y errores en terreno uribista, pone fin al propio Vía Crucis presidencial. Su imagen sigue por los suelos y el proceso de paz, no se suspenderá, pero difícilmente llegue a buen puerto. Al menos antes de que pueda salvar su proyecto reeleccionista.

En Argentina, Cristina Kirchner mejora. Tanto en su salud como en las encuestas. Pero para nada su gobierno, afectado nuevamente por otro nuevo accidente ferroviario en el mismo lugar donde hace 20 meses, 51 personas perdieron la vida. La enfermedad en si, según los
encuestadores la ayudó a recuperar ocho puntos de popularidad (35 %) e incluso su candidato en Buenos Aires, Martín Insaurralde, descontó tres puntos con respecto a Sergio Massa, el hombre que esperará cantarle al mundo su triunfo el domingo en la noche, para lanzar su
candidatura a la presidencia.

Conociendo la esencia del kirchnerismo, no se descarta que antes de los comicios legislativos, la presidenta tenga preparada alguna sorpresa. Desde una aparición fugaz en medio de su reposo o bien alguna señal de que aún en la derrota, será capaz de redoblar la apuesta. Como lo hizo en el 2009 cuando Néstor Kirchner cayó derrotado en Buenos Aires ante el colombo-argentino, Francisco De Narvaez o antes en el 2007 en el conflicto con el sector agropecuario.

De lo que la presidenta, con la salud al límite, decida, comenzará a perfilarse el futuro político de la Argentina. Aún en el peor escenario ella, retiene el piso histórico del peronismo, entre un 30 y 35% de los votos, según las encuestas. La aparición de Massa, y la existencia como posible candidato heredero del gobernador Daniel Scioli, un premio a su "lealtad" más que a su gestión de la provincia, conformarían el trípode peronista de cara al 2015, como ocurrió ya en
otras oportunidades de la historia.

Habrá que ver si la jefa de Estado y sus problemas de salud, se deciden por una transición tranquila impulsando a Scioli o termina siendo fiel a su estilo, y ordena el ya célebre "vamos por todo". Algunos señalan que esta última opción favorecería a Massa, un hombre de poco apego a la historia del peronismo y a las políticas de inclusión social, aún cuando suele cantar la marcha partidaria de corrido y fue, inexplicablemente, el jefe de Gabinete de Cristina K.

Tampoco Scioli garantiza la continuidad de eso que el kirchnerimo llama "modelo", pero ante la falta de opciones, ante la cerrazón por formar a "un príncipe heredero" del matrimonio Kirchner, no queda otro camino. Por allí, por esa división y el agotamiento de la disyuntiva peronista es por donde la oposición, sin mucho resto e ideas, se esperanza en poder colarse en la pelea de cara a los próximos meses.

Ese es el panorama que parece sobrevendrá el domingo en la noche. Un escenario tal que llevará a todos aquellos que apoyaron con fervor al gobierno de la última década, a apelar a esa frase con la que los padres de los hogares humildes trataban de conformar a sus hijos
cuando estaban obligados a repetir el paupérrimo menú. Una frase que llegó a convertirse en el pilar lingüístico de la argentinidad de estos tiempos: "es lo que hay..."