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Clásico. Rey del cásico

César Huerta Corresponsal| El Universal
Lunes 31 de marzo de 2014
<b> Clsico. </b> Rey del csico

PARÓN. Todas las rutas al Omnilife, vigiladas. (Foto: JUAN MEJÍAIMAGO7 )

Luis Gabriel anota dos y el América golea a Chivas en un estadio casi sin barras

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UADALAJARA.— Es historia pura. Escrita en 90 minutos. La mejor victoria del América como visitante en los anales del Clásico y una goleada que las Águilas no propinaban a Chivas en 70 años.

Y así, también como antaño, se vivió el futbol en la tribuna, donde las barras se redujeron a su mínima expresión y las familias fueron el común denominador en el estadio Omnilife.

El zurdazo de Édgar Solís que pasa por encima del arco, como culminación de una pelota perdida por El Maza Rodríguez en medio campo, es un simple espejismo al minuto 8. Engaña, porque lleva a pensar que el cuadro tapatío puede ofrecer una mejor cara.

Bastan unos cuantos segundos para inclinar la balanza. El preciso cambio de juego llega a pies de Rubens Sambueza. El control es bueno y su centro raso recorre el área chiva de izquierda a derecha. El arquero Antonio Rodríguez se tiende con lentitud. No llega. Los demás sólo contemplan y Luis Gabriel Rey empuja para el 0-1, al 9’.

En la cabecera alta sur, la “barra” azulcrema celebra. El Ritual del Kaos —o una parte— está aquí. Compraron boletos y entraron, a pesar de que la policía prometió impedirles el acceso. Ya dentro, se reúnen para cantar y saltar, rodeados de un cerco policiaco.

Tibia es la reacción del Guadalajara. Un cabezazo de Aldo de Nigris tras un tiro de esquina es enviado a tiro de esquina por Moisés Muñoz, con excelentes reflejos, al 13’.

América está más despierto que nunca. Y no sólo aprovecha, sino que explota la fragilidad rojiblanca. Muñoz despeja y el pelotazo parece de rutina. Jair Pereira intenta cabecear, pero apenas rebota el esférico y lo deja “muerto” afuera del área. Luis Gabriel Rey lo controla y le da vida. Potente disparo de zurda. Un lance inútil del arquero. Balón al ángulo que desata la fiesta. El Canguro salta de nuevo, jubiloso, embriagado del placer de saberse ampliamente superior al archirrival.

Al 56’, el tiro de Miguel Layún es fuerte; Toño Rodríguez vuela y alcanza, pero la pelota le queda a Rey, que busca, con ambición, su tercer tanto. Remata. El portero rojiblanco reacciona y alcanza a tapar con la pierna. En el rebote, Raúl Jiménez no perdona y marca el tercero.

De nuevo Toño Rodríguez es quien falla. El portero intenta despejar, pero entrega el esférico a pies de Rubens Sambueza, quien encuentra rápidamente a un compañero entrando por el centro, sin marca alguna. Toca para el recién ingresado Luis Ángel Mendoza. El Quick resuelve como crack: controla con el pecho y toca por encima del arquero para el 0-4, al 74’.

Es la escena agónica de un Rebaño Sagrado que yace sobre el césped. Sin vida. Chivas ha muerto.

La tribuna se vacía. Los aficionados rojiblancos buscan la salida. Huyen avergonzados.

El grito de “¡cinco, cinco!” retumba en las tribunas del Omnilife. Los azulcremas viven su fiesta. La gozan; una de ésas que no se olvidan jamás, pues ha sido grabada no con letras, sino con goles de oro. El 0-4 trascenderá los años.

Noche de gloria para las Águilas, que jamás habían ganado de esta manera como visitantes en el Clásico.



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