Sin impacto nacional, precio único del libro

PROPUESTA. Uno de los objetivos del precio único era hacer accesible los libros a todos y que las librerías tuvieran una competencia pareja. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
¿Por qué la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro ha sido una ley tan desafortunada? ¿Por qué a pesar de que fue promulgada en 2008 no funciona? ¿Por qué el lector común de Tijuana, Mérida, Monterrey, Guadalajara, Puebla o Chiapas no percibe el impacto del precio único?, ¿a quién beneficia el tan discutido precio único para los libros? Preguntas más o menos que siempre han estado en la discusión desde hace más de una década cuando en México comenzó a discutirse la necesidad de contar con una Ley del Libro.
Hace un par de semanas, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó la incorporación de nuevos actores al Consejo Nacional de Fomento para la Lectura y el Libro, órgano rector de la Ley del Libro. Pero además, en este momento en las comisiones de Cultura, de Educación, y de Asuntos Legislativos de la cámara de Senadores está en discusión una Iniciativa de reformas a la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro que propone que Profeco sea la instancia sancionadora; impulsar la incorporación del libro electrónico; y que el precio único a novedades editoriales se amplíe de 18 a 24 meses.
La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, que comenzó a discutirse a finales de 2004 y que fue promulgada en 2008 luego de una larga batalla en la que fue aprobada, vetada por el entonces presidente Vicente Fox, y luego rescatada para su nueva discusión hasta que se aprobó, obliga a grandes y a pequeñas librerías a ceñirse al precio único en los libros de novedad durante los primeros 18 meses desde su salida. Pero, aunque pretende ser una herramienta que beneficie a los lectores de todo el país, el precio único a los libros no se aplica ni se respeta; tampoco se sanciona a las librerías que lo violan.
El escritor y editor Alberto Ruy Sánchez dice que son 12 años de reuniones gremiales, en las cuales todos los sectores han analizado el fenómeno de un régimen de precios inflados y de reducciones amañadas. Asegura que se aprobó la ley y se formuló el reglamento pero de tal manera que no necesariamente fuera funcional.
"De 2008 a la fecha no se ha aplicado, es como si no existiera. Si unos lo aplican y otros no, no funciona. Yo como Artes de México lo aplico desde que existe Artes de México, le doy los mismos descuentos a Gandhi, que me compra 100 o 200, a Sanborns que me compra 2 mil o 3 mil ejemplares, o a la librería que me compra uno. ¿Eso qué hace? que en México donde hay 400 librerías, yo estoy en mil 200 puntos de ventas, que no son kioskos", señala.
La senadora Blanca Alcalá, quien enzabeza al grupo que impulsa las reformas a la Ley del Libro, dice que el precio único es un instrumento que haría accesible los libros a todos los mexicanos. "Lo mismo a quienes vivimos en Puebla que quienes se encuentran en Baja California o en el sureste de nuestro país y para evitar que prácticas monopólicas vengan a distorsionar el mercado del libro".
A pesar de los años de análisis y de estudiar otras realidades como las de Francia y Alemania, donde existe el precio único, hoy en día priva en México una política de falsos descuentos que encarecen los libros.





