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Guadalajara. .— Mientras que para las grandes cadenas de venta de libros el precio único representa una competencia más pareja en la que deben recurrir a nuevas estrategias para atraer a los clientes, algunos compradores consideran que esta medida no parece traer grandes beneficios.

Mario Alberto Barajas, encargado de piso en la librería El Sótano, asegura que durante los 18 meses en que se deben ceñir al precio único en las novedades editoriales sin poder aplicar descuentos, se implementan otro tipo de tácticas de venta, como la tarjeta de cliente frecuente, en la que se abona 10% de la compra.

En su opinión, la ley ha sido favorable para las cadenas, les permite competir en igualdad de circunstancias, incluso cuando se tienen que pedir algunos títulos a la ciudad de México porque no están disponibles en Guadalajara. “En esos casos el precio ya está establecido, así que no cobramos un monto extra por traerlo desde el DF”, señala el librero.

Sin embargo, Ricardo Solís, asiduo comprador de libros, sostiene que aunque en teoría la ley beneficiaría a todos, en los hechos las cosas son distintas: “Desde que se aprobó la ley no sabemos ni siquiera quiénes pertenecen al consejo regulador que iba a establecer Conaculta, esta ley es una especie de fantasma, y aunque tal vez esto no tenga que ver con la ley del libro, el precio se ha ido incrementando de manera sostenida los últimos cuatro años, de tal forma que una novela pequeña, de 100 páginas, costaba antes entre 100 y 150 pesos y hoy está entre 180 y 200 pesos”, considera este lector.

Ricardo Solís asegura que aunque el precio debería ser el mismo, el problema de distribución hace que no lo sea en realidad, es decir, no es posible tener el mismo precio en todos lados ni encuentras todos los títulos.