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La sangre en el arte motiva la censura

Sonia Sierra| El Universal
Miércoles 11 de febrero de 2015
La sangre en el arte motiva la censura

CUADRO. Óleo, sangre sobre lienzo que se exhibiría en el Museo Jumex. (Foto: ©Hermann Nitsch / CORTESÍA MUSEO JUMEX )

Críticos reflexionan ante la cancelada exposición de Hermann Nitsch

ssierra@eluniversal.com.mx

El escándalo en redes sociales por la exhibición de las obras de Hermann Nitsch en México, que acabó por anular la posibilidad de ver su exposición en el Museo Jumex, se llevó también la posibilidad de un debate sobre el uso o participación de animales en el arte.

No fue posible hablar y documentar, por ejemplo, las formas como en el arte del último medio siglo se usaron sangre, restos orgánicos, cadáveres —animales o humanos— para así acercarse a temas que van desde la violencia y la migración, hasta el abandono y el medio hostil en que habitan animales y humanos. Tampoco se pudo hablar de las diferencias que existen entre cómo un artista usa un animal, frente a lo que es el espectáculo de los toros o de los gallos, o los abusos que cometen las industrias en contra de los animales para una producción a gran escala.

“No se puede confundir la denuncia o la irrupción de carácter de violencia de lo vivo. que es el actuar del Accionismo Vienés, con la forma de matar las gallinas de Kentucky Fried Chicken”, ejemplifica el curador e investigador José Luis Barrios.

La cancelación además ha abierto cuestionamientos sobre esta decisión del Museo Jumex, institución privada, de no presentar la muestra en medio de la situación que vive el país.

En México, artistas como el colectivo Semefo, Lorena Wolffer, Mirna Manrique, César Martínez, Erika Bulle, Juan Manuel Romero, entre muchos otros, realizaron, en los años 80 y 90, muy distintas acciones con cadáveres de animales, con sangre, con órganos que provocaron diversas reacciones. En todo caso no se llegó a dejar de presentar una muestra, como ahora.

Como curador, Guillermo Santamarina recuerda que con Juan Manuel Romero, en la Bienal de Johannesburgo, hubo gran presión cuando el artista hizo una obra con peces para hablar del hábitat hostil del ser humano.

La artista visual, curadora y crítica de arte Mónica Mayer recuerda que una pieza que impactó con fuerza fue una del artista costarricense Guillermo Habacuc Vargas, de un perro que él tenía abandonado en una galería y con la cual quería hablar de los migrantes y la violencia entre los seres humanos.

Entonces, como ahora, las críticas y comentarios tuvieron dos rasgos claros: agresividad y desinformación. La diferencia es que esta vez, en redes sociales, las respuestas fueron inmediatas, constantes, básicas. Así se puede leer en el sitio abierto por Carlos Silva Ronzón, en charge.org, que demandó con presión que se retirara la muestra (EL UNIVERSAL solicitó su testimonio, sin embargo no hubo respuesta).

“Se radicalizan acciones cuando se trata de arte, pero no sucede frente al espectáculo y la comercialización de los mismos animales o la venta de cachorros, como si fueran simplemente papas. Si vamos a ser radicales frente al arte, debemos serlo también ante la realidad”, dice Santamarina.

¿Autocensura?

Para Mónica Mayer “no querer presentar obras violentas o que critican la violencia, un poco por la situación que estamos viviendo, es grave porque lo único que acaba siendo censurado es el arte que es una postura crítica ante estas violencias”.

En medio del escándalo dejó de tomarse en cuenta que en esta muestra no se iban a matar animales, que no habría sacrificios y que, como lo destaca la artista Lorena Wolffer, Nitsch mismo ha cambiado en la forma como hoy hace sus obras y como aborda el mundo de los animales.

Barrios asegura que “el problema no es si debemos presentar eso, si no si eso activa una crítica a las condiciones en las que el sistema está produciendo esa violencia. La función del arte no es ilustrar, sino generar condiciones críticas a los sistemas hegemónicos de poder”.

Mayer considera que es grave que no haya discusión sobre el tema. “El arte es el espacio de lo simbólico. El debate es necesario y lo terrible es que no hay una organización seria, de parte de los artistas, de discusión. Hay muchos artistas organizados haciendo un trabajo político importante, a nivel de colonias, sobre trabajadores, presupuestos para la cultura, edificios que se destruyen, pero para lo que sucede en nuestro gremio no estamos organizados”.

Si bien el Museo Jumex es una institución privada, los entrevistados coinciden en que como museo asume una responsabilidad con el público, con el arte, con la sociedad.

Barrios dice: “No sabemos, bien a bien, si es una censura, sabemos que se cancela una exposición por un motivo que al final del día pone en crisis la función misma del museo como espacio de libertad y de la práctica artística, y de los fenómenos sociales y culturales contemporáneos. El interés privado no puede regular una política de exhibiciones”. Mientras Mayer cierra dicendo: “He escrito contra quienes desde el arte ejercen la violencia contra el público, los animales o contra quien sea porque se me hace que es repetir lo mismo, pero todavía se me hace peor censurar, hay que discutir, criticar si se quiere, pero las consecuencias de la censura en el arte son más graves”.



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