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Wolffer revisa el uso de la sangre en el performance

Sonia Sierra| El Universal
Miércoles 11 de febrero de 2015
Wolffer revisa el uso de la sangre en el performance

COREOGRAFÍA. "Báñate", performance de Lorena Wolffer realizado en el Museo Universitario del Chopo, México, Distrito Federal, 1992. (Foto: MÓNICA NARANJO / CORTESÍA DE LA ARTISTA )

La artista habla de algunas acciones suyas y de la reacciones

ssierra@eluniversal.com.mx

Si se cuestiona el uso de animales por parte del Accionismo Vienés, por qué no cuestionar también el lugar de la mujer en algunas de las obras que aquellos artistas realizaron, pregunta la artista Lorena Wolffer, una de las creadoras mexicanas que durante los años 90 realizó performances para los cuales usaba sangre de animales.

Su pregunta tampoco tiene respuesta en medio de la falta de debate.

Wolffer no sólo buscaba hablar de temas como el género y la violencia, sino revisar cómo la sangre, el cuerpo, habían sido abordados por artistas, incluidos ahí los mismos artistas del llamado Accionismo Vienés del que forma parte Hermann Nitsch.

“Trabajé durante varios años con sangre en diferentes piezas y, por lo menos en el inicio de mi trabajo con sangre, en el campo del performance, tenía que ver si no con contestar, sí establecer una especie de alternativa frente al uso que se le había dado hasta entonces a la sangre y a las vísceras animales y demás elementos que tienen que ver con el Accionismo Vienés”.

Sus primeras obras en performance estaban basadas en el uso de la sangre animal, en un performance de 1992, Báñate, se bañaba con sangre de vaca. En el montaje había siete cubetas con sangre, una por cada día de la semana; ella estaba desnuda y se iba bañando. Hizo luego una pieza en Canadá, en el que estaba vestida de novia y caminaba sobre la nieve con un velo ensangrentado, dejaba sangre sobre la nieve, y luego enterraba el velo.

En Territorio Mexicano hacía una crítica a lo que pasó después de la crisis del 94: “Fue un performance donde me caía una gota de sangre en el vientre, yo estaba desnuda, amarrada a una especie de cama quirúrgica; como una repetición de la tortura de la gota china, durante seis horas, y un audio repetía: ‘Peligro, se está acercando usted a territorio mexicano’. Era una crítica a la pasividad de la sociedad tras la crisis de ese año”.

Wolffer buscaba cuestionar cómo se había utilizado hasta entonces la sangre en la historia del performance.

“Quería utilizarla como un elemento que, por lo menos en Báñate, era un elemento erótico. Iba en contra de muchas piezas que se habían realizado hasta entonces como el propio Accionismo Vienés”.

Para hacer las obras, la sangre provenía de diferentes lugares. En un primer momento iba a rastros y la recogía cuando mataban la vaca, después fue un proceso cada vez más difícil por lo que implica esa visita y ver a los animales que iban a ser asesinados.

Wolffer dice que esa primera etapa tiene que ver con una búsqueda relacionada con los límites de su cuerpo, su cuerpo como mujer, los planteamientos respecto al género, el uso extremo del cuerpo, la sangre, la limpieza, la medicina, la fragilidad del cuerpo, y una serie de accidentes que sufrió.

— ¿Cómo fueron las respuestas del público en cada caso?

—El tema es que en un sentido estricto no había un animal ahí. Una reacción en El Museo del Chopo fue que acabando el performance alguien se acercó, tomó un poco de sangre, la probó y dijo: ‘No, es catsup’. Nunca hubo reacciones de este tipo, como ahora. No tenía sentido además, era sangre recabada. Lo que pesaba más eran las ideas, el uso de la sangre.

En otro de sus performances lavaba los pies de un grupo de artistas con sangre, pero lo que había ahí era una simulación del ritual.

— ¿Qué opinión tienes acerca de la cancelación de la exposición de Hermann Nitsch en el Museo Jumex?

—Tengo varias posturas. Primero, no puedo entender que un museo programe una exposición de Hermann Nitsch sin sopesar lo que implica esa exposición; si tienen claro lo que implica él, deciden de antemano si la presentan o no. En segundo lugar, no concuerda con la línea de lo que Jumex ha hecho. Como alguien que ha hecho performance y ha insistido en la necesidad de que exista la historia del performance en México, porque este es un país sin memoria, una exposición de Nitsch hubiera contribuido a enmendar ese vacío, para entender de dónde viene este medio y qué significó.

Pienso que el performance es eminentemente político, los accionistas vieneses surgieron en la Viena de la postguerra, la familia de Nitsch sufrió las consecuencias de las dos guerras, entonces había una intención de mostrar y de ver el horror. Me queda claro que no somos los mismos, que reproducir hoy las acciones de ellos de los años 60 tiene otras implicaciones.

En lo que se refiere al presente mexicano me resulta curioso pensar que sea problemática la exposición, cuando basta salir a la esquina de tu casa, ver los titulares y ver el horror.

Eso nos parece normal, natural, en un país dónde han sido asesinadas miles de mujeres por ser mujeres, donde Ayotzinapa es la punta del iceberg de visibilidad de un fenómeno terrible. Pensar que una exposición de Nitsch pueda ser problemática me resulta de verdad alucinante, cuando hablamos todos los días de fosas y desaparecidos, y cuando en el país la violencia ha sido normalizada y tenemos una memoria tan corta. Es un país donde la realidad supera por muchísimo la representación de Nitsch.



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