El espíritu de Gabriel García Márquez sigue presente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde siempre fue amigo, impulsor fue visitante distinguido. Esos amigos que hizo en México, España, Cuba y, por supuesto, Colombia, se dieron cita aquí para homenajearlo tras su muerte ocurrida en abril.

Lo recordaron inteligente, emotivo, bullanguero, bailador y cantador, enamorado del cine y del bolero, de Cartagena, del Caribe colombiano y del periodismo; del vallenato que cantaba bajito y bailaba con apenas un contoneo y los brazos extendidos; lo celebraron como a uno de los escritores más potentes de la literatura universal y como un amigo fiel de sus amigos, con el gran impulsor de proyectos periodísticos, literarios y cinematográficos.

La escritora mexicana Ángeles Mastretta lo evocó saliendo de un restaurante en Cartagena y cantando "La gota fría" y como un escritor al que se lee y después de leerlo uno sabe que será su amigo por siempre; Pilar del Río, la viuda del narrador portugués José Saramago, lo recordó como un gran amigo con el que su esposo compartió conversaciones largas sobre la vida y el mundo a pesar de las diferencias que a veces sostenían.

En el homenaje que le rindieron sus amigos, entre ellos Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano; y el escritor colombiano Jorge Franco.

Senel Paz, el guionista cubano con el que compartió talleres en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, rememoró la pasión de Gabo por el cine y el placer con el que acudía a dar sus clases de guión en Cuba hasta que la memoria empezó a traicionarlo.

El último día del último curso que Gabo impartió "dio la charla más maravillosa y lúcida de cuantas tuve placer de escucharlo, armó y desarmó las historias a su antojo, contestó todas las preguntas e hizo muchas y sabias observaciones, reveló secretos que no le había escuchado antes; aquella clase en rigor fue la única del taller pero no tiene equivalente en oro".

Senel Paz dijo que esa clase donde la memoria concedió, fue producto de más de su sentido del deber que de su genialidad, pues en todos los días anteriores no pudo dar sus clases, apenas hacia algunos apuntes y en el coche de vuelta a casa le repitió, sin recordarlo, decenas de veces como él y Fidel Castro habían ideado la escuela de cine en San Antonio de los Baños.

"¿Y tú, me dijo, qué quieres saber? Te concedo una pregunta, una sola si la haces rápido, Senel le preguntó ¿Cómo se le ocurrió a usted y a Fidel la escuela de cine? "Se rió de mí, de sí mismo, de Fidel y de las hijoputadas de la vida".