Hallan entierros coloniales en Tepoxtlán, Guerrero
HALLAZGO. Se encontró que la mujer portaba en su pecho fue adornado con un collar de 26 cuentas de vidrio rematado con una medalla. (Foto: Cortesía INAH )
Los restos óseos con más de 300 años de antigüedad, recuperados en el atrio del Templo de San Agustín, en Tepoxtlán, Guerrero, el pasado mes de noviembre corresponden a una mujer de entre 15 y 17 años, y a los de un niño de entre 12 y 18 meses de edad.
Así lo informa en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que añadió que en este par de entierros de la época de la Colonia, al investigar las osamentas, se encontró que la mujer sufrió escoliosis lumbar (deformidad anormal de la columna), al ser sepultada su pecho fue adornado con un collar de 26 cuentas de vidrio rematado con una medalla, a la que se le hace limpieza para reconocer la imagen religiosa contenida en su carátula.
Sobre el menor, que debió tener entre 12 y 18 meses al morir, se observó que estuvo sometido a un "estrés nutricional", posiblemente luego de que fue destetado, lo que permite conocer algunas características de la vida en Tepoxtlán en los primeros siglos de la Colonia.
Este hallazgo se hizo luego de trabajos de mantenimiento y consolidación que se efectuaron en la parroquia (cerrada al culto desde hace años) con recursos del Programa de Empleo Temporal, en el cual participan el INAH y la Secretaría de Desarrollo Social.
Cuando realizaban unas calas en la pared norte del atrio, a un lado de la fachada del templo -con la intención de conocer el estado estructural del inmueble que es afectado por la humedad-, se hallaron las ruinas de un muro que formó parte de un basamento prehispánico. Siguiendo con la exploración, se vislumbró la presencia de restos óseos.
El antropólogo físico Jorge Cervantes Martínez, del Centro INAH Guerrero, quien acudió al lugar, determinó que parte del muro prehispánico fue destruido, probablemente entre los siglos XVI y XVII, para introducir los ataúdes donde se colocaron los citados restos mortuorios.
Por la posición anatómica de los entierros, sobre todo el de la fémina que estaba en mejores condiciones, se pudo inferir que ambos cuerpos fueron sepultados conforme la tradición católica: el cadáver se colocaba sobre su espalda en posición extendida, orientado hacia la salida del sol, y los brazos cruzados sobre el pecho.
Según las prácticas funerarias del culto católico, el interior y el exterior de los templos fueron, una vez consumada la evangelización, los espacios asignados para la sepultura. Los atrios solían ser el lugar conferido a los españoles pobres, indios y castas, casos que podrían corresponder al par de osamentas encontradas.
Debido al deterioro del Templo de San Agustín, los pobladores pensaron en derruir este antiguo inmueble y edificar uno nuevo, pero la idea se revirtió ante la acción oportuna de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH.
Ahora ya se rehabilita ese lugar y el púlpito y el retablo barroco (de madera y cubierta de hoja de oro) del siglo XVIII del Templo de San Agustín, también fueron objeto de limpieza. El piso de la nave principal fue sustituido por una loseta de barro similar a la de origen, se niveló el espacio del atrio y se rehabilitó la barda perimetral. Además se reintegraron elementos perdidos a la torre del campanario.
Estos trabajos y hallazgos han motivado el interés de los pobladores de Tepoxtlán por crear un museo comunitario.
rqm