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El arte pese a la Gran Guerra, en el Leopold de Viena

EFE| El Universal
15:53Viena | Jueves 08 de mayo de 2014
Si en lo poltico y lo militar el inicio del conflicto en 1914 cogi al entonces Imperio Austro-Hng

Pieza. Si en lo político y lo militar el inicio del conflicto en 1914 cogió al entonces Imperio Austro-Húngaro en plena decadencia, en lo artístico Viena era un epicentro de creatividad dominado por gente como Egon Schiele, Oskar Kokoschka y Gustav Klimt.. (Foto: EFE/Archivo )

"Arte pese a todo" muestra 280 objetos hasta el 15 de septiembre para explicar cómo la guerra no sólo no acabó con la producción artística, sino también cómo influyó en ella

Año 1917. Mientras Europa se desangra en los horrores de la I Guerra Mundial, Egon Schiele pinta en su estudio de Viena un icono del erotismo y la belleza como es Mujer tumbada. Pese a la guerra, el arte no se detiene.

Ese es el argumento de la exposición "Arte pese a todo", que el Museo Leopold de Viena presentó hoy con el centenario del estallido de la Gran Guerra de fondo y en la que muestra 280 objetos hasta el 15 de septiembre para explicar cómo la guerra no sólo no acabó con la producción artística, sino también cómo influyó en ella.

Si en lo político y lo militar el inicio del conflicto en 1914 cogió al entonces Imperio Austro-Húngaro en plena decadencia, en lo artístico Viena era un epicentro de creatividad dominado por gente como Egon Schiele, Oskar Kokoschka y Gustav Klimt.

Los dos primeros pasaron por el frente: no solo eso, Kokoschka fue herido dos veces de gravedad. Pero a todos el conflicto les afectó, aunque de diferente manera.

"No nos hemos limitado a esos años de 1914 a 1918. Mostramos también obras sobre las consecuencias de la guerra", explica Ivan Ristic, uno de los comisarios de la muestra.

La exposición del Leopold muestra así "Muerte y Vida" de Gustav Klimt, terminado en 1910 pero que el pintor retocó en 1915, haciéndolo más oscuro y añadiendo ornamentos, como las cruces en el manto de la muerte, que pueden identificarse como una mención a los cementerios que la guerra contribuyó a llenar.

Kokoschka aparece representado con imágenes captadas durante su estancia en el frente, pero también en la posguerra. Su "Autoretrato. Una mano tocando la cara" (1919), muestra a un hombre angustiado por las experiencias de la guerra, y por sus problemas afectivos, y sumido en la incertidumbre.

Pero es quizás en Schiele en quien la guerra tuvo el mayor efecto transformador. "De repente, de las figuras demacradas que hizo antes de la guerra, a mediados de 1915 las figuras se vuelven más voluminosas, más suaves, de alguna manera más humanas", analiza Stefan Kutzenberger, otro de los responsables de la muestra.

Una evolución a un cierto clasicismo, como en la mencionada Mujer tumbada, en la que Schiele parece buscar, si no encontrar, confort tras lo visto en la guerra.

"En la guerra vio tanto horror que no quería necesariamente tener que repetirlo en su obra", opina Kutzenberger.

Pero al buscar un claro mensaje antibelicista, el protagonista de la muestra es claramente Albin Egger-Lienz.

También voluntario en el frente, como Kokoschka o Anton Kolig, Egger-Lienz representa el horror de la batalla, como en Norte de Francia (1917), o la masacre de la guerra, como en Final (1918).

"Los otros no fueron tan claros. Schiele y Kolig fueron muy apolíticos, vieron la guerra más como una molestia innecesaria que iba a entorpecer su carrera", dice Kutzenberger, que compara el pragmatismo de los pintores austríacos con el patriotismo que dominó, por ejemplo, a los expresionistas alemanes.

Para cimentar la idea de que la guerra no detuvo al arte, el Leopold recuerda la gran exposición que en 1917 reunió en Estocolmo, terreno neutral, 600 obras de artistas austríacos.

"Un triunfo de la cultura" en mitad del conflicto, como lo define Elisabeth Leopold, también comisaria y viuda del fundador del museo que lleva su nombre.

Si el fin de la guerra supuso la caída del Imperio, la muerte en 1918 de Klimt, Schiele, Otto Wagner o Koloman Moser supuso también para Austria una interrupción radical de la primacía que Viena había ejercido como capital de esa avant-garde cultural.

Pero, aunque la muestra mira cien años atrás, también ha querido conectar con el presente. Artistas contemporáneos de cuatro países que estuvieron en guerra con Austria, como Rusia, Italia, Serbia y Rumanía, han hecho su propia interpretación del conflicto y de sus consecuencias.

Fotos de las heridas en el paisaje que causó la guerra, y que aún son reconocibles, o un llamativo montaje que mezcla una cruz hecha con cuatro bañeras y maletas ensangrentadas son dos de las representaciones que conectan el presente con la guerra de hace 100 años.

sc



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