Rigoletto, un éxito en el Teatro Bicentenario
Reacción. El logro de "Rigoletto" fue conmover a la audiencia. En la imagen, el tenor mexicano Arturo Chacón-Cruz.. (Foto: Teatro del Bicentenario/Maru Segovia. )
Las expectativas sobre el estreno de la ópera Rigoletto, de Verdi, eran altas. La producción del Teatro del Bicentenario presumía del elenco internacional, de directores de escena y concertador, expertos en su ámbito; iluminación, maquillaje, vestuario de primer nivel; un coreógrafo reconocido en la escena nacional, y un talento local con ambición. El resultado, un éxito.
Desde que la soprano mexicana María Alejandres ganó en el 2008 el concurso Operalia, se dijo que se había convertido en una joven promesa del canto internacional. En cinco años sus logros han sido significativos y ya es considerada una de las seis mejores voces jóvenes del momento.
Ayer, ofreció una Gilda memorable, estremecedora. El público la ovacionó de pie por varios minutos. Los aplausos no sonaron a benevolencia, sino a gratitud.
La ópera, como todas las expresiones artísticas se tratan, al final, sobre provocar una emoción en el espectador; mirar la belleza, sentir dolor, conmocionarse ante el horror, experimentar una vulnerabilidad que sólo el arte puede proporcionar. El logro de Rigoletto fue ese, conmover a la audiencia.
El tenor Arturo Chacón-Cruz llegó directo de Francia, interpretando al Duque de Mantua en Aix-en-Provence. El sonorense conoce bien al personaje, lo domina. Ofreció al Duque sexual y sensual europeo, y al Duque pragmático y contundente de Guanajuato, bajo la dirección de Enrique Singer, un hombre de teatro.
La puesta en escena, a decir del director del recinto, Alonso Escalante, es "clásica" para quitarle el polvo que evoca la palabra "tradicional". Y lo es.
Atención especial mereció el trabajo del rumano George Petean, a quien se le pudo ver recientemente en la Gala Verdi que se ofreció en el Palacio de Bellas Artes a lado de Ramón Vargas.
Petean obsequió a un jorobado Rigoletto lleno de amargura, una figura sombría con la enorme capacidad de amar con profundidad a su hija.
En Rigoletto no todo es perfecto. Una orquesta que por momentos perseguía a los cantantes, un coro que no pudo evitar quedarse atrás. Sin embargo, la totalidad de la producción es honrosa y aplaudible.
Rigoletto tendrá funciones mañana y el domingo. Después, será itinerante y finalmente en 2014 se presentará en el Palacio de Bellas Artes, como parte del proyecto de coproducción con el INBA, a través de la Ópera de Bellas Artes.
sc