La coreógrafa, bailarina y maestra Guillermina Bravo, piedra fundacional de la danza moderna en México, es velada en una agencia funeraria de la ciudad de México.

Mañana viernes, recibirá un homenaje de cuerpo presente al mediodía en el Palacio de Bellas Artes, para que la comunidad dancística del país y el público puedan despedirse de la mujer que revolucionó la danza en México.

Los hijos de la bailarina, que fundó en 1948 el Ballet Nacional de México, una de las importante compañías del país, informaron que tras la ceremonia en Bellas Artes, los restos de Bravo serán cremados y llevados a la Catedral Metropolitana, como era su deseo.

A la funeraria, ubicada en la calle de Sullivan, acudieron familiares, amigos, colegas y alumnos de la coreógrafa.

Para la crítica especializada, la coreógrafa, que falleció la noche del miércoles a los 92 años, era la figura más relevante de la danza mexicana del siglo 20.

Bravo fue considerada un sinónimo de la danza modernista y un referente obligado de la danza contemporánea en México.

Fue merecedora de numerosas reconocimientos como el Premio José Limón (1989) y fue la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1979).

En 1993, en el marco del Festival de Danza en San Luis Potosí, se creó el Premio Guillermina Bravo. En 1994, fue nombrada Creadora Emérita dentro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

En 2011 recibió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes por sus 90 años, celebración que significó su última aparición pública, aunque continuó trabajando cotidianamente en el Colegio Nacional de Danza Contemporánea.