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La polémica que acabó con un mural de Diego Rivera

EFE| El Universal
13:22Guadalajara | Miércoles 04 de diciembre de 2013
Aquel trance histrico, recreado ahora en un libro de gran formato, El hombre en la encrucijada. El

Obra. Aquel trance histórico, recreado ahora en un libro de gran formato, El hombre en la encrucijada. El mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller, toma como base bocetos originales encontrados en el Museo Anahuacalli de Ciudad de México, la que fuera casa del artista, y que fueron restaurados.. (Foto: Archivo/Reuters )

Un libro presentado en la FIL Guadalajara documenta la "batalla pictórica" que se desató en torno al mural que Rockefeller Jr. encargó al pintor mexicano en 1932 y que acabó destruido por la intención del artista de incluir a Lenin

Una editorial mexicana presentó en la Feria del Libro de Guadalajara (FIL) la "batalla pictórica" que se desató en torno al mural que John D. Rockefeller Jr. contrató con el pintor mexicano Diego Rivera en 1932 y que acabó destruido por la intención del artista de incluir a Lenin.

"Es una historia fascinante", explicó en entrevista la directora de Trilce Ediciones, Déborah Holtz, quien destacó que es un libro que desvela "los intríngulis de una historia que conmocionó al mundo porque destruir un mural de Diego Rivera es un desplante de poder".

Aquel trance histórico, recreado ahora en un libro de gran formato, El hombre en la encrucijada. El mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller, toma como base bocetos originales encontrados en el Museo Anahuacalli de Ciudad de México, la que fuera casa del artista, y que fueron restaurados.

El libro presenta reproducciones de los esbozos originales pero también otros documentos como "el primer papelito donde Diego pinta el primer boceto a lápiz con los numeritos de lo que le iba a cobrar a Rockefeller", a la postre 21 mil dólares, una fortuna para aquel tiempo.

El mural encargado por Rockefeller Jr. se iba a instalar en el Radio City Music Hall, "uno de los edificios más emblemáticos de Nueva York", pero quedó malogrado.

"Diego quería hacer él el mural en el Rockefeller y contrata a un agente que le facilita" el contrato, que consiguió, explica Holtz.

"Avanzado en el mural Diego decide pintar la figura de Lenin en la parte derecha" y cuando Rockefeller conoce sus planes le dice que no puede permitírselo porque la obra estaría en "el centro más visible del capitalismo", que no podía albergar "una loa a Lenin" , señaló la editora.

Rivera le contestó "'prefiero estar muerto que mutilar mi obra pero le propongo una salida ecuménica: ¿por qué no pintamos del otro lado a alguna especie de héroe para Estados Unidos y el mundo capitalista como puede ser Abraham Lincoln?", explicó Holtz.

Al final el magnate se negó, le pagó a Rivera 21 mil dólares, "un dineral para la época, y Rockefeller procede a destruir el mural", agregó.

La historiadora Susana Pliego Quijano, cuenta las circunstancias que los rodearon en este libro con una tirada de 2 mil ejemplares, la mitad en inglés y la otra en español.

La controversia dio en su momento la vuelta al mundo ya que fue portada en varios diarios cuando Rivera y su esposa, Frida Kahlo, se opusieron públicamente a acabar con la obra.

Incluso convocaron a un mitin el 14 de mayo de 1933, cuyas fotos aparecen en el libro, que culminó con una "manifestación pública" en la que se enarbolaron pancartas con leyendas como "Larga vida a Lenin" en el mismo Nueva York.

"Una vez se destruyó, Diego hizo una réplica del mural, en un tamaño menor, en el Palacio de Bellas Artes (de Ciudad de México) Ahí no solo puso a Lenin sino a todo el panteón marxista", agregó Holtz.

La editora recuerda que a lo largo de su vida Rivera "no perdió oportunidad de hacer propaganda" en favor de sus ideas izquierdistas, por lo que considera que Rockefeller fue víctima de una provocación "mitigada" del artista.

"Si bien le dice a Rockefeller 'primero muerto que destruir mi obra o mancillarla quitando a Lenin' también ofrece pintar a Lincoln del otro lado. Entonces ahí hay como un doble juego", apuntó.

Para Holtz, el acontecimiento "es el epítome, la confrontación ideológica de los dos grandes poderes que en aquel momento se encontraron presentados en esta 'batalla pictórica'" singular en la que los que más perdieron fueron los amantes del arte.

sc



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