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México 68: Aprueban con cartas proceder de Díaz Ordaz

Juan Arvizu Arrioja| El Universal
00:12Ciudad de México | Lunes 29 de septiembre de 2008
Al recrudecerse los enfrentamientos de estudiantes con granaderos y soldados, a partir de la toma de CU, la Presidencia de la República recibió miles de telegramas y cartas de aprobación

juan.arvizu@eluniversal.com.mx

Sobre la fotografía oficial a color del presidente Gustavo Díaz Ordaz, en un libro de la biblioteca de la Ciudadela -plaza donde empezó el conflicto estudiantil--, con tinta negra de odio, una persona escribió su juicio al jefe del Estado y protagonista del 68: "Maldito asesino". Con bolígrafo, otra mano sentenció: "Perro asqueroso".

Sin embargo, al recrudecerse los enfrentamientos de estudiantes con granaderos y soldados, a partir de la toma de la Ciudad Universitaria, la Presidencia de la República recibió miles de telegramas y cartas de aprobación a Díaz Ordaz, a quien sus adeptos lo calificaban como patriota, por aplastar "a los comunistas".

Las quejas por el baño de sangre que ya se daba en septiembre, y que amenazaba con ir a más, también se dirigieron al Palacio Nacional, muchas sin nombre y dirección del remitente, y todas fueron reenviadas, a su vez, al secretario de Gobernación, Luis Echeverría para darles seguimiento.

Había quienes bendecían a Díaz Ordaz y le expresaban su respaldo; en el extremo, se expresó la condena al uso de la fuerza contra los estudiantes, con indignación, o también en una manera cortés de súplica a no seguir con la violencia.

En las cajas 501 y 502 del fondo documental de la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, del Archivo General de la Nación (AGN), están resguardados los miles de telegramas y cartas que le escribieron al mandatario desde colonias residenciales, barrios populares, desde las ciudades de la república, ejidos, rancherías.

Los mensajes de extranjeros, desprovistos de rabia anticomunista o clamor por una salida pacífica, defendieron el respeto a las garantías individuales y avisaron de la cancelación de visitas a México, como reprobación al derramamiento de sangre.

En los últimos días de septiembre, cuando ya habían transcurrido 64 días de conflicto, empezó a subir la tensión en el movimiento estudiantil, que sin diálogo ni respuestas positivas a sus seis demandas, se negaba a claudicar.

En la caja 501 se conserva el telegrama de Salvador Abascal, del 19 de septiembre: "Lo felicitamos mis once hijos, mi esposa y su servidor por última medida tomada (ocupación militar de la CU) para conjurar amenaza comunista". Y sugiere "que con la debida energía domine usted situación".

El anticomunista Salvador Borrego, envió unas líneas "Como mexicano, celebro que la universidad haya sido rescatada por el Ejército. Respetuosamente".

Más telegramas celebran los golpes asestados al movimiento estudiantil: Medida atinada, señor.

"La agitación de malos mexicanos quedó aplastada". El reino de la paz, justica, honradez, única bandera de su gobierno. "Acepte mi modesta adhesión a su conducta altamente patriótica". Aplaudo intervención. "México necesita orden". Me pongo a sus órdenes, incondicionalmente".

La caja 502, también conserva testimonios de aceptación y rechazo al uso de la fuerza. Decenas de formatos, reproducidos en mimeógrafo, fueron enviados con la "protesta enérgica ante bochornosa actitud Ejército contra Universidad".

El 3 de octubre, al calor de la masacre, Salvador Sauvinet Bonhora, asegura: "El pueblo verdadero felicita a vuestros colaboradores por haber cumplido por fin con su deber".

No obstante, para Miguel Alessio Valenzuela Heredia, ese mismo día, "urgen medidas más enérgicas contra cerebros (que) dirigen actos terroristas (en) esta ciudad".

El 8 de octubre, el señor Raúl Monterrubio, lamenta: "Lo de Tlatelolco, muy grave. Reclama careo minucioso y castigo ejemplar. Gracias señor Presidente".

Un manuscrito del ejido La Carreta, de San Fernando, Tamaulipas, enfrenta a GDO, el 17 de octubre: "Protestamos por represalia contra el movimiento estudiantil y solicitamos de usted su intervención para que cese toda agresión".

Y los mensajes siguieron llegando, aun en diciembre, con un tono recurrente: "No ceda por ningún motivo, ante ese pliego absurdo (de los) revoltosos".

Gustavo Díaz Ordaz representa uno de los ángulos poco analizados del conflicto del 68, a pesar de que fue actor principal de los acontecimientos. A lo largo de los 71 días que van entre el 23 de julio y el 2 de octubre, el Presidente que tenía el control del Estado sólo aparece en escena con su mensaje de la mano tendida para alcanzar una solución y el día del Informe.

En las bibliotecas no hay biografías que relaten su vida y expliquen su participación en la tragedia. Acaso ocupa unas páginas en las obras del 68. La edición de la Memoria de los Juegos Olímpicos de ese año, abre con su imagen: de pie, habla por teléfono en su oficina, junto a una bandera nacional.

Los telegramas al Presidente son respetuosos, aún los que condenan la actuación del Ejército, antes y después de Tlatelolco.

La secretaría particular de Díaz Ordaz ordenó las "felicitaciones al Presidente por su actuación en el movimiento estudiantil", por personalidades, funcionarios, organizaciones y particulares, con subdivisiones relativas a la ciudad de México y los estados. Son abundantes los saludos de militares en retiro, líderes sindicales y grupos campesinos. Esos papeles hoy están en el AGN; nadie los consulta.

El 19 de septiembre, la profesora Aurea Alcocer Castrejón, de la colonia Postal, resume: "Felicito a usted intervención Ejército nacional Universidad. México necesita orden para su progreso".

Carlos Moreno Duarte, de la colonia Centro, alienta: "Nos congratulamos de que se haya decidido a usar energía contra los criminales agitadores".

Desde la exclusiva colonia Jardines del Pedregal, Carlos Pineda, impulsa: "Así se actúa, señor Presidente. Décimo quinto distrito Acción Nacional. Respetuosamente".

Óscar Anaya, de Mixcoac, se extiende en el telegrama:

"Como padre de familia, como ciudadano y patriota, agradezco a usted y doy mi voto de confianza por la defensa de nuestra seguridad, ante los problemas estudiantiles, que han venido hasta el día de hoy poniendo en peligro la tranquilidad que venimos gozando hace muchos años".

El señor Anaya, simpatiza con Díaz Ordaz, a quien le escribe todavía más: "Lo felicito de todo corazón, pues en mis mocedades, mi padre nunca fue suave con nosotros; gracias a eso somos de una familia, perdonando la presunción, muy mexicana, patriota, no patrioteros".
Para el 20 de septiembre, había gente como Leonor Ortiz, de Zacatecas, que creían que el uso de la fuerza pública y militar ya había sido suficiente: "Felicítolo, feliz término conflicto estudiantil".

La otra percepción, de que el problema seguía, apremia a Delia Herrera Barrios, de la Sección 30 de petroleros, el 21 de septiembre:

"Juegos olímpicos que congregan nuestro país representaciones mundiales, exigen imponer el orden interno a cualquier precio, por lo que apoyamos sin reservas su actitud asumida".
Salomón de la Selva, de la colonia escalera, el 23 de septiembre, considera: "No había alternativa; apoyámoslo en su enérgica postura frente a los enemigos de México".

De Guasave, Sinaloa, Samuel Anguiano Galicia, ofreció: "Hágalo así y estoy con usted".
De pocas palabras, Esteban Diez Casarín, el 24 de septiembre, en los días más difíciles ya, expone: "Los que adoramos el respeto estamos con usted".

Circularon también textos-copia a favor del derramamiento de sangre, como el que firma Leonardo Mayer, de la colonia Bondojito:

"Como ciudadano trabajador, sin tiempo que perder en manifestaciones, pero siendo contribuyente que con los impuestos pagados sostiene universidades y escuelas, y también para haberes de soldados y policías, pido tómese de inmediato medidas enérgicas para reprimir más desórdenes de vagos y seudoestudiantes, que sólo merman patrimonio y prestigio nacional".

Muchas personas copiaron de puño y letra dicho mensaje y lo enviaron al Palacio Nacional, como carta personal, cuyo remate señala: "Los ciudadanos pacíficos, que somos mayoría, queremos garantías y apoyamos actitud enérgica del gobierno".

El 28 de septiembre, en la recta final hacia de la masacre, Celerino Salmerón, de la colonia Guerrero, escribió a Díaz Ordaz: "Acepte mi adhesión para defender soberanía amenazada por hordas de comunistas y marxistas con membrete de estudiantes".

Los esposos Salvador y Margarita Caballero, que no procrearon hijos, comentan a Díaz Ordaz , el 3 de octubre, su infinita tristeza por los acontecimientos del día anterior. Ofrecen su "respetuosa adhesión", pues "no había otro remedio".

Martin Luis Guzmán, autor de La Sombra del Caudillo, felicita al Presidente por su triunfo sobre "el movimiento subversivo disfrazado de huelga estudiantil".

El señor José Fernández Martínez, propone que Tlaltelolco, "servirá para que limpien de fósiles y gente perniciosa la Universidad y otras escuelas".

Agustín Negrete, de la colonia Guerrero, envió uno de los telegramas más cortos, como un saludo a los que arrasaron al movimiento estudiantil: "Ánimo valientes. Viva México".
Pero hubo un sector todavía más severo con los derrotados. El señor Alfredo Guerrero, de Coyoacán, propone el 11 de octubre, "que los principales líderes de los desórdenes estudiantiles sean privados de la vida o enviados a las islas Revillagigedo".

Rafael Medina Benitez, ex soldado, el 5 de octubre, pide desde la colonia Romero Rubio: "Fusílenlos". Sixto Cervantes, de la ciudad de Veracruz, concluye que es "necesario aplicar máxima energía posible". Norberto Baños Montiel, del Distrito Federal, un día antes de Navidad, recomienda "aplicar rigor a estudiantes y a sus padres".

Contrario a esa dureza mexicana, desde Beverly Hills, California, Aris Anagnus, envía una severa carta al Presidente de México, el 4 de octubre, en la que lamenta: "Los disturbios y el asesinato a sangre fría de civiles mexicanos, perjudica gravemente al gobierno, por lo que ha cancelado su próximo viaje y dirá a sus amistades que no visiten el país", se resume en una traducción.

Narciso Moreno, de Salvatierra, Guanajuato, se atrevió a reprochar al Presidente, el 12 de octubre : "Me causa pena y tristeza en el alma, al ver las informaciones de la prensa de México, de tanta sangre derramada de la juventud mexicana".

Eso hay en los archivos nunca abiertos de Díaz Ordaz, protagonista del 68.

 

 



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